Los escándalos de Tken-Tsu, Emperador de Samoria, han quedado registrados en varios libros. A causa de la cantidad de dichos libros y a la variedad de sus autores es correcto considerar que Tken-Tsu ha sido una de las figuras preferidas de los escritores de Europa Oriental durante el siglo VII y VIII.
Samoria fue un imperio cuya desaparición fue abrupta y veloz. Esto produjo que su cultura, actualmente, no pueda ser históricamente reconstruida por completo. En la actualidad sólo los más expertos filólogos e historiadores poseen información sobre esté imperio, aunque la información poseída es totalmente escasa en comparación a otros imperios de la misma época. Intentare transcribir en este texto algunos fragmentos que nos ayuden a comprender mejor la personalidad de Tken-Tsu y las características de su imperio:
· Uno de los temas más discutidos actualmente es el de la religión que profesaban los habitantes del imperio. Varios escritores han redactado sobre este tema, sin embargo, creemos que el texto más profesional hasta la actualidad es el que aparece en “Historia de las religiones politeístas posteriores a Cristo” del teólogo ingles James Woodson. Cerca del final del libro se lee este corto fragmento: “Los habitantes del imperio de Samoria fueron el pueblo más propenso a creer de todos los que he estudiado en mi entera vida. Cualquier superstición o mito que escuchaban de algún viajante lo tomaban como propio y lo incorporaban a su cultura. Sin embargo la mayoría de los poemas de estos habitantes están dirigidas al dios Mikfo que, según los poemas, era el padre de todos los dioses y su adoración brindaba suerte en los largos viajes y en las batallas. Se le rendía un tributo anual que consistía en pescado y frutas, siempre llevados a la montaña por la mujer más joven y hermosa del imperio, que variaba cada año, acompañada de dos niños y tres niñas.”
· La extensión del imperio es considerablemente pequeña. Algunos autores afirman que abarcaba el mismo tamaño que la isla de Hong-Kong.
· El clima era frío siempre. En las épocas de nevada era imposible acceder al imperio. Muchos de los pobres morían al no tener refugio del frío. Su cuerpo era dejado en la nieve hasta que en la primavera lo recogieran y lo tiraran al río Husefr, que se decía, era la ruta hacia la vida eterna.
· Una de las obsesiones más frecuentes del Emperador Tken-Tsu era la de la búsqueda de una poción para enamorar. Según el libro “Pociones del amor: Alquimia espiritual” del escritor francés Jaques Louis el Emperador era totalmente desdichado a causa de un amor no correspondido: “Tken-Tsu no dormía por las noches, no por planear batallas como otros emperadores, sino por retratar en sueños de vigilia a su amada, la hermosa Kije´r, una plebeya de tez blanca y ojos negros tan profundos como la muerte misma. Mensualmente se reunía con oráculos, magos, hechiceros y alquimistas para crear algún tipo de brebaje que lo ayudara, ya que Kije´r no se enamorada tan fácilmente. Tken-Tsu le había ofrecido a su amada todas las riquezas y el poder que un emperador puede ofrecer, pero la muchacha, al ser tan noble, se negaba a aceptar. Su padre le había hecho jurar antes de morir que ella se casaría solo con un hombre que amara, y las riquezas no compran el amor. Dicho esto Tken-Tsu quedo destrozado pero no inmovilizado. Decidió crear una corte para buscar la pócima del amor. Nunca la encontraron. Kije´r se casó con un comerciante y Tken-Tsu los decapitó a los dos una semana luego del casamiento. Años después Tken-Tsu se convertiría en un tirano y quemaría su propio imperio.” |