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PERSUASION

– ¡No! Mi prestigio no se vera involucrado en un caso tan bajo y asqueroso como este . – Con enérgicas palabras el doctor Hernandez dio por terminada la entrevista.
– Doctor si le venimos a consultar es porque estamos convencidos de su inocencia – Insistió el hombre que aun tenia el sombrero sujeto por el ala con sus dos manos muy juntas y era el portavoz de la comision que, aquella mañana, visitaba el bufete del prestigioso abogado Luis Enrique Hernandez .
– Señores; en este pueblo es bien conocida su honestidad, su honorabilidad y su altruismo pero como comprenderán mi honor no me permite intervenir en los casos de pedofilia . Ustedes pueden buscar a otro abogado, ¡ No a mi!.
– Usted conoce al señor Gutierrez , usted sabe que es incapaz de poseer esos instintos salvajes..
– Personalmente no le conozco pero mi contesta es ¡ No. ! – Expreso categóricamente el doctor Hernandez – El doctor Luis Enrique a pesar de su calvicie y de su sobrepeso era un hombre de cincuenta años que aparentaba unos treinta o treinta y cinco, fuerte y de un agradable rostro . Poseía una voz varonil de tonos roncos y fuertes con una clara dicción . Educado en la universidad central del país y graduado con honores. Pudiendo haber establecido un bufete en la capital opto por regresar a su pequeño pueblo al cual estaba fuertemente unido por sentimentales lazos .
De unas estrictas reglas morales heredadas de su padre y uno de los hombres mas respetados, originario de una de las familias fundadoras del ya prospero pueblo, cuna del mejor ganado vacuno de la región .
Todos los negociantes, ganaderos, y el pueblo en general acudían al bufete confiados en el prestigio, que, a través de los años, el doctor Hernandez había adquirido por la limpieza y honrades de sus gestiones, por su equidad y por su comportamiento social . Hombre religioso y puntual asistente, siempre acompañado por su esposa y sus dos bellas y educadas hijas, a cuanto oficio sagrado se efectuara en la antigua iglesia colonial a la cual contribuían con sustanciosas donaciones.
El hombre que presidia la comision, y que aun sostenía el sombrero entre sus manos a la altura del pecho, era nada menos que don Evaristo Mendieta un rico ganadero . Hombre respetuoso y humilde en su trato pero muy enérgico cuando se tratara de deberes u obligaciones tanto morales como laborales .
Al tajante ¡ No! , la mirada profunda y de repulsa del viejo Evaristo le produjo un repentino malestar a Luis Enrique. Se sintió culpable de negar la defensa a alguien que merecía la atención de aquellos honorables campesinos presididos por don Evaristo Mendieta. Su voluntad fallo.
– Señores... este es un caso muy delicado ; la niña apenas cumple sus quince años de edad y.. .
– ¡Don Amancio jamas cometería un acto repudiable de esa categoría ! – Replico don Evaristo. – Es una acusación sin fundamento, motivo de una fatal equivocación , ¡ Jamas! Escuche bien, ¡ Jamas..! nuestro amigo seria capaz de insultar y menos de manosear a ninguna niña ..
– Pero señor los hechos y las pruebas así lo confirman – Respondió aturdido el abogado. – Los arañazos en el rostro ,jirones de la camisa que tenia puesta el señor Gutierrez y los testigos que le vieron salir del compartimiento del tren que ocupaba doña Lourdes con la niña , apurado y con el rostro sangrante. El reporte de la policía …¡ Todo ! , todo indica su culpabilidad.
– Déjenos explicarle como ocurrieron los hechos .
Nuestro amigo, como es costumbre en El, viaja a la capital todos los primeros de cada mes para arreglar personalmente asuntos de su negocio de ganado y aprovechar y visitar a su hija y a su pequeña nieta. En el viaje de ida descubrió en el tren a doña Lourdes, esta señora goza de una extraña belleza que cautiva solo de respirar su aroma o ser alcanzado por los hilos de luz de su provocativa mirada. Incita su rollizo cuerpo y, sus erguidos senos esconden sus años vividos; extrañamente Dios la doto con esta atracción a pesar de ser una dama muy decente. Su lánguida mirada corresponde a la de una pervertida prostituta... ¡ Que Dios me perdone ! Y , sus femeninos ademanes parecen llamar al disfrute rápido de sus encantos..
Nuestro amigo encandilado por todas estas falsas y provocativas señales aprovecho la oscuridad de la noche para ir a sentarse al lado de la dama en el compartimiento que ella ocupaba en el tren .
Cuando se sentó a su lado la dama no dio señales de molestarse por su presencia y nuestro amigo, confuso, coloco su mano sobre el muslo de ella y delicadamente trato de...correr su vestido..
¡ Fatal equivocación ..! La niña se sintió atacada y comenzó a defenderse con uñas y gritos....
La señora Lourdes había cambiado de asiento con su hija y en la penumbra del vagón de el viejo y ruidoso tren nuestro amigo no se percato de el funesto cambio.
Hemos tratado de hablar con ella para que retire la acusación, le hemos suplicado , hemos tratado de explicarle ; su respuesta siempre es la misma solo repite que su honor ha sido mancillado. Defiende su terquedad con el pretexto de salvar su honor, su intachable honradez, que de paso nadie pone en duda, pero que expone a nuestro amigo a que pierda la de El con las consecuencias de unos cuantos años de cárcel .
– Pero, ¿ Que puedo hacer yo en un caso de antemano perdido..?
– Usted, doctor, Puede tratar de convencer a la señora de que retire la vil acusación .

El viaje por el irregular camino hacia las tierras de doña Lourdes viuda de Mendoza se le complico al doctor por la torrenciales lluvias que lo hacia intransitable. Gracias a su viejo vehículo todo terreno pudo franquear los innumerables obstáculos que le impedían cruzar por las resbaladizas quebradas que comenzaban a llenarse de unas amarillentas,turbulentas y enlodadas aguas. El ultimo puentecillo que cruzo ya el turbio liquido comenzaba a cubrirlo, solo dejando al descubierto pequeños tramos de los gastados, astillados y rotos tablones de la vieja y dura madera.
Doña Lourdes lo recibió, en el alto y tejado portal de la apartada y tranquila casona con cautos y reservados modales lo que indicaba la desconfianza de la mujer ante la encomienda que le comunicaba el doctor Hernandez pero, por extraño que parezca, a pesar de continuar con su demanda lo acogio y recomendó el que se quedara a pasar la noche en su casa dado el peligro de la inundación y posible perdida del viejo puentecillo.
La niña.... pareciera una de esas mujeres extraida de un cuadro de Rubens, alta, rolliza, como la madre, una formada mujer, pero, con cándidas expresiones y actitudes infantiles. Luis Enrique comprobó, entonces, lo que se decía de aquella voluptuosa mujer que había enloquecido a don Amancio Gutierrez en el tren. Experimento el efecto de una lacerante daga desgarrando sus sentidos en aquella lánguida , peligrosa y pervertida mirada de ramera , inhalo su cautivador y embriagante aroma , y le dolió lo erguido de sus pechos. Le dolió hasta lastimarlo.
Tres días después de la visita a la casa de doña Lourdes sorpresivamente el doctor Hernandez presento ante el juzgado del pueblo una declaración jurada donde la señora Lourdes viuda de Mendoza dejaba sin efecto la demanda contra el señor Amancio Gutierrez.

























Texto agregado el 02-05-2013, y leído por 196 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-05-2013 Tus cuentos invitan al lector a recorrer la trama y ser parte de ella. En esta narración sobresalen sus dotes narrativas y es por ello que lo felicito. elpinero
 
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