EL SILENCIO

El silencio tiene sus formas secretas de sorprender.

El silencio resguarda, es recóndita reserva y obligada soledad.

Su cuarto de soltera está silente, en clandestina penumbra y ella en el suelo.

Dolor, y la luz opaca de una tarde plomiza cae desde la puerta abierta del balcón

Ella se arrastra hacia ahí, y una estela de acuosa sangre la acompaña por el parquet.

Llega hasta la baranda y con su cara entre dos barrotes ve cómo la gente le pasa ausente.

Hay un grito callado y sus manos fangosas resbalan en los hierros lisos queriéndose levantar.

Lo intenta una y otra vez, hasta que encuentra apoyo en un recodo y se yergue tambaleando.

Ya se reafirma en el pasamanos, se inclina hacia adelante, cierra los ojos y escucha el silencio.

Sus pies se niegan al último esfuerzo, y sobre ese rojizo charco cuajado esperan inquietos.

Así se queda, pero dobla su cuerpo sobre la verja y pendiendo llena su cabeza de vértigo

Desea quedar ausente, no ser, no estar, hasta que ese espacio la absorba como pueda.

O hasta que desde el oscuro trasfondo, el llanto inicial de un bebé la sorprenda así.