Bocas que expiran sangre y dolor, gritos salen de sus desgarradas almas. La carne, las venas se rompen, cada arteria se suelta, dejando un corazón hueco, frio, perforado por la blanca espada, corazón sin vida, negro, negro corazón, negros los pájaros que ayudan a morir a los que ya no tiemblan, cuerpos blancos, lentamente ayudan a matar sus almas, comen sus corazones, se desborda la sangre negra en este oscuro paisaje. Se desgarra el cuerpo, se desgarra el alma que aun lucha por vivir, ya no queda nada, son los últimos latidos de los corazones fríos y afligidos.
Pájaros hambrientos que comen todo a su paso, los pensamientos, los gritos, las bocas, las uñas, todo se lo devoran.
Se escuchan aun los gritos…
Resuenan como ecos los desgarradores gritos…
Caen los soldados, uno tras otro, la sangre negra cubre el blanco suelo, el blanco aire.
El suelo se alimenta de la roja sangre de estas desdichadas almas.
Caen los soldados del pueblo, caen… sus vidas son fotografías que pasan frente a sus ojos ensangrentados, se aleja y vuelve un manto negro que los cubre. Se apagaron las luces de sus almas, la única que quedaba, ya no hay más, todo se terminó aquí.
A lo lejos se divisa una mano ensangrentada, de un soldado arrepentido de haber llegado hasta donde se encontraba, arrepentido de llevar el maldito uniforme. El puño apretado, lleva una imagen, no es Dios, no es la virgen, ni ningún santo, solo un bello rostro de una joven mujer. El viento con fuerza, le arrebata aquella fotografía, que fue lo único que lo mantuvo con vida, hasta que su corazón se enfrió y dejó de latir… el viento juega, sube y rompe aquel bello rostro, sin ningún destino, solo vuela.
El alma, el corazón, la mente, el cuerpo ya hace cubierto por aquel manto blanco. El viento con recelo mira el cuerpo, de vez en cuando lo acaricia.
Los caídos, caídos están, estas almas, estos corazones, estas mentes, estos cuerpos, estas vidas, muertas están.
EN MEMORIA DE LOS SOLDADOS CHILENOS MUERTOS EN UN ENTRENAMIENTO MILITAR.
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