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Lis, Charlie y Freed jugaban a ver quien subía al árbol más alto, era de los pocos juegos en los que Lis destacaba, flotaba como una hoja que se lleva el viento y se posaba en la punta de los más enormes robles que existían en la isla. Freed movía las ramas para asustarla como de costumbre y Charlie lo regañaba, ése era el pan de cada día en los jardines del señor Cuervo.

Archi veía sentado como los demás jugaban, no podía participar en ésa clase de actividades, cuando trataba de subir a un árbol sólo le arrancaba las ramas con su fuerza descomunal, era peligroso que jugara con los demás pues varias veces los había lastimado. Tampoco lo recibían en el pueblo pues ahí también causó algunos desastres.

Era muy energético como para jugar tranquilamente con sus hermanos y el que lo consideraran un peligro molestó al mismo Crimson, quien un día muy temprano en la mañana le dijo:
- Archi ¿Porqué no juegas con tus hermanos? ¿Acaso no te gusta jugar con ellos?
- ¡Claro que sí! - contestó con mucha energía como siempre - pero no puedo tocar nada sin romperlo, por eso no puedo hacer nada entretenido, es muy molesto y aburrido ver cómo los demás se divierten mientras yo me quedo sentado.
- Vaya que lo es - contestó Crimson y acercándose al pequeño prosiguió - Pero, dime Archi, ¿Si pudieras jugar normalmente con tus hermanos lo harías sin importar lo que cueste?
- ¡Sí! ¡Claro que sí!
- ¿En verdad harás lo que sea para lograrlo?
- ¡Ya Crimson! ¡Que sí, que sí!
- Entonces sígueme, inmediatamente trataremos ése asunto.

Archi siguió a Crimson con gran alegría, Crimson lo llevó a un carruaje y le ayudo abriendo la puerta para que no la rompiera, luego la cerró y le dijo:
- Estás a punto de emprender un viaje hacia la vida que quieres, cuando los caballos se detengan, busca a una persona llamada Aya, ella te ayudará con tu problema, pero debes prometer que harás lo que te diga, si lo haces no tendrás más problemas.
- ¡Gracias Crimson! ¡Claro que lo haré! - gritó Archi mientras los caballos ya partían a una velocidad increíble.
- ¿A dónde se fue Archi? - dijo suavemente Lis, quien acababa de despertarse y casi lloraba al ver a su hermano partir.
- Él se dirige a un campamento -
- ¿Qué es un campamento? ¿Puedo ir? - Insistía la niña
- Por el momento no, querida, entremos para que les explique a todos lo que pasa.

Archi se sentía emocionado cuando comenzó su viaje, fue largo y se extendió hasta la tarde, pero los caballos pararon su veloz carrera y al bajar Archi se encontró en un paraíso lleno de colores, las flores abundaban más que en cualquier otra parte de la isla, los caballos se fueron con el carruaje y Archi vio que se encontraba en frente de una enorme casa de madera rodeada de árboles con pétalos de color rosa, había un estanque con un loto en medio. La casa se encontraba cercada por piedras y había como entrada un gran arco de madera pintado de rojo.

En la entrada de la casa se encontraba parada una joven de cara alargada y ojos pequeños, su cara pálida contrastaba con su larguísimo cabello negro adornado con una flor. Su indumentaria era de una sola pieza, parecía una larga bata blanca con adornos de flores rosa.
- Sígueme - dijo con voz suave pero, debido a la gran quietud del lugar, la palabra sonó como un eco melódico que resonaba por todas partes.
Archi comenzó a sentir miedo de lo que pasaría, pero se armó y entró a la casa a toda prisa.
- Nada de zapatos, ven a sentarte- dijo la joven que se encontraba ya sirviendo té sobre un kotatsu.
Archi también obedeció y quitándose los zapatos entró a la gran casa, tratando de no tocar nada para no arruinarlo.

- ¿Es usted la señora Aya? - preguntó con timidez luego de sentarse.
- Soy la señorita Sasaki Aya - dijo dulcemente con una sonrisa - Y tú eres Archivald Terpsichore. Encantada de conocerte - la joven hizo una reverencia, dejando al pequeño confundido - Aunque preocúpate de llamarme solamente Ojou-san.
- ¡Claro que sí Oyosa! - dijo alegremente Archi provocando una tenue risa en la señorita Aya.
- ¿Sabes para qué estás aquí?
- Crimson me dijo que vendría para poder controlarme y ser normal, ¿Usted me ayudara Oyosa?
- Lo haré si cuidas tu pronunciación, repite después de mi “Ojou-san”
- “Ojou-san”
- Mucho mejor, así está bien, en cuanto a la petición de Crimson-Sama hablaremos de eso mañana, por hoy bebe un poco de té y relájate - Aya vertió un poco de té sobre el vaso de Archi quien al tratar de beberlo todo terminó quemándose.
- Ya veo porqué me dijo que era urgente que te viera, verás, yo soy muy distinta a ti, nací muy débil y casi no podía moverme, así que aprendí a estar en paz en la calma y el silencio, cosas que no conoces muy bien y es mi deber enseñártelas - vertió más té - Ahora tómalo con ambas manos y bebe suavemente mientras sientes cómo el líquido viaja por tu garganta dejando una sensación de tibieza mientras refresca tu paladar.
Archi intentó concentrarse, pero terminó rompiendo el vaso.
- ¡Eres muy fuerte! - dijo Aya con su sonrisa llena de armonía - Déjamelo a mí.
Extendió su mano derecha, cerró los ojos y respiró profundamente mientras la taza se reconstruía al instante.
- ¡Haces cosas como las que hace Crimson! - exclamó Archi muy admirado
- Ojalá pudiera hacer lo que hace - dijo Aya, vertió té una vez más en la taza de Archi - Pero con lo que tengo me basta, ahora toma la taza con ambas manos y mírame beber.
Archi tomó la taza con cuidado y observó a Aya bebiendo lentamente su té, la imitó y logró hacerlo sin derramarlo ni quemarse, colocó la taza en la mesa y dio un suspiro de satisfacción.
- Aprendes rápido - dijo Aya - Será muy fácil enseñarte lo que debes saber para controlar los dones que Crimson te ha dado.

Luego del té, Aya envió a Archi a la cama, dijo que no habría cena debido a que la lección que aprendería el día siguiente se le dificultaría si tenía el estómago ocupado. Archi durmió cómodamente en un futon dentro de una gran habitación con puerta de madera y de papel que Aya le abrió para evitar desastres innecesarios.

Sin duda, al día siguiente Archi comenzaría su camino a la vida que deseaba, jugar con sus hermanos y poder andar en el pueblo libremente, usar su fuerza para ayudar a los demás en vez de destruir propiedad ajena, algo que siempre le pareció un sueño estaba a punto de ser realizado por la misteriosa Sasaki Aya, la amable Ojou-San que vivía en una enorme casa en medio de un paraíso.

Texto agregado el 28-04-2013, y leído por 157 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-04-2014 Es un bello cuento, fue un gusto pasar y leerlo.***** Mayte2
29-04-2013 Hermoso cuento didáctico. Se necesita mucha y buena pedagogía para orientar a ciertos niños o personas que mucho lo necesitan. ¡Me gustó! ***** simasima
 
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