Ellos, hombres de la construcción que conservan al alba aún sus caras taciturnas, miradas perdidas, cansadas, evidenciando que el descanso nocturno no fue lo suficiente. Salen a la búsqueda del trigo que les dará el pan, el metal que les dará el techo, el calor para capear el frio, y las experiencias que darán fruto a sus historias. Hombres que cada día salen de sus moradas en busca de la esperanza, cargan su morral de alimentos que no alimentas, bebidas que no refrescan, para construir una parte del mundo que nos falta, convirtiendo los espacios vacios en esperanza para otros.