El viaje promocional a la capital rusa estaba dando sus últimos coletazos. Nada más salir del local y mientras hacía ímprobos esfuerzos por mantener el equilibrio, el político comenzó su balbuceante discurso: “Y os lo queríais perder, ya os dije que había que venir sí o sí, eso dicen ahora, ¿no?, sí o sí, vaya expresión, y vaya viaje, qué viaje, señores, qué viaje, tres chicharritos, nada menos que tres chicharritos que les han caído a estos rusos, y porque no hemos querido hacer sangre que si no…, bueno, pues nada, luego otros tres en el partido de vuelta y ya estamos en octavos de final, las hazañas del Gran Capitán se van a quedar cortas comparadas con las del Real Club Deportivo Mallorca, y luego como colofón esta escapadita, qué chicas las rusas, ¿qué digo qué chicas?, qué mujeres, me cago en la leche, yo no sé qué hacen estas tías para estar tan buenas, y ¿sabéis qué es lo mejor?, se me acaba de ocurrir ahora, pero es muy bueno, para que luego digan que el alcohol tiene efectos perniciosos para la salud, perniciosos, qué palabra, ¿no?, bueno, pues lo mejor es que vamos a colocar las entradas al puticlub como gastos oficiales, tal como lo habéis oído, como gastos oficiales, seguro que nadie se da ni cuenta, y ya sabéis, ojos que no ven corazón que no siente, y si nos pillan, pues nos han pillado, con decir que las entradas estaban escritas en ruso y que no sabíamos qué puñetas decían, pues listo, esto de la política es la leche, la leche”.
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