Confía en mí
Te vi correr hacia mí, mientras el viento de otoño salpicaba hojas por sobre tu cabeza, el ruido de los autos que bajaban raudos por la costanera bordeando el río, no me dejaban escuchar lo que me gritabas de lejos, desde que estacionaste el auto y me viste, parecías querer volar para llegar luego hasta donde yo me encontraba.
A mí siempre me pasa lo mismo, mi estomago se retuerce cuando no entiendo o me sorprende la situación, cuando estuviste más cerca me di cuenta que reías y no supe que pensar. Tu hijo viajaba a NY ese día, lo lógico es que estuvieras triste… Yo te había dicho mil cosas en la mañana: que la confianza no es gratuita, que se gana, y que me había cansado de esperar, mis maletas estaban en mi auto, y el Sur de Chile me esperaba, nueva vida, nuevo trabajo, quizás nuevos amigos, quizás un nuevo amor, te lo había gritado enrabiada al sentir tu actitud tan lejana.
Me abrazaste de una manera atolondrada, tu cara tenía gotas de sudor y tus manos temblaban, querías decir muchas cosas, pero se enredaban las palabras en tu boca.
Al final no dijiste nada, sin previo aviso me besaste en la boca, tu boca que estaba salada por el sudor, te miré sorprendida, no esperaba esa reacción tuya, y me dijiste quizás lo único coherente y esperado por mí en mucho tiempo, -¡Lo entendí , por fin, no te basta con mi amor, me necesitas a mí, y te apuntabas con tu dedo el pecho - a mí!!! Volvías a repetir, -Aquí estoy, ya no te dejaré sola nunca más, aunque no me creas ahora, comenzarás a confiar en mí, a descansar en mí, como lo he hecho yo en ti todo este tiempo. Aunque te vayas ahora, te seguiré yo a ti o tú volverás a mí.
Me abrazaste de nuevo con mucha más ternura y después de tanto tiempo de esta relación nuestra, por fin sentí que me entregaba a ti.
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