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Apenas la vi, le descubrí su secreto. Era una niña con labio leporino tierna, muy tierna que con sus zapaticos para aprender a caminar, su bebé de trapo y un perro callejero formaban la imagen más conmovedora que haya visto. El paseo con los estudiantes al humedal de Tibanica sería inolvidable a raíz de esto.
-¿Cómo te llamas, qué haces aquí? -le pregunté.
-Soy Marianita Little Squirrelip, estoy perdida-me dijo con sus mejillas sonrojadas, mirando hacia el suelo como queriendo ocultar su maxilar imperfecto y apretando su bebé.
-Si quieres te llevo a tu casa.
-No sé donde queda, ademas mis padres y abuelos fueron desapareciendo, se los llevaron unos señores horribles vestidos con ropa militar y botas para pantano. Estoy sola- respondió con una tristeza que me llegó al corazón y me hizo aguar los ojos.
-¡Mire señor! Mi perro Quirá esta contento con los niños, parece que he cumplido con mi encargo, este animalito se irá feliz al cielo de los perritos, esta tarea me la encomendó ese señor tan bueno que viene del cielo y me protege muchísimo, se llama ...señor, señor- la pequeña Marianita me sacudió y me interrumpió en mi meditación.
Hablamos durante un buen rato, tanto que olvidé vigilar a los demás niños,la mayoría agresivos, irrespetuosos e inconscientes de la realidad. Me concentré en aquella niña, un ser tan pequeño y tan especial, que ni la más implacable violencia la había cambiado.
Al final del paseo, ella, con su bebé, con su perro y su terrible pasado, nos acompañó hasta la entrada del cementerio de Bosa, el cual quedaba a una cuantas cuadras del colegio, le dí un beso en la mejilla, nos fuimos alejando de ella y, extraordinariamente, el perro se evaporó de inmediato, Marianita quedó solamente con su bebé de trapo. Mis ojos no pudieron aguantar más y lloré como chiquillo.
-¡Miren al profe llorando como una niña!-dijo uno de los cuarenta muchachos, los demás soltaron una soberana carcajada.
-¡Niña, niña, niña!-gritaban al unisono.
-¡Silencio!-respeten al profesor dijo una de las estudiantes, la más juiciosa y despierta.
-¿Por qué llora profe y por qué lo hemos visto hablar solo como si estuviera loco?-me preguntó la misma niña de ojos vivarachos.
-He visto un fantasmita, si, eso es, he visto un lindo fantasmita que ignora su condición y no me atreví a decírselo.

DEDICADO A TODOS LOS NIÑOS ENFERMOS O QUE HAN MUERTO O PADECIDO EL ODIO Y LA VENGANZA DE LA GUERRA EN TODOS LOS CONFINES DE LA TIERRA.

Texto agregado el 25-04-2013, y leído por 110 visitantes. (0 votos)


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