“No tires migajas de pan al suelo”; “no me beses porque me transmites gérmenes”; “lava la loza cuando termines de comer”; “no dejes tus calzoncillos en el baño”; “no me cambies el canal de las telenovelas”; “cuidadito haces planes para salir el domingo con tus amigos para ver fútbol, ese día visitaremos a mi madre”; “no gastes dinero comprándome flores o chocolates, tu sabes que no me gustan esas porquerías”; “deja de manosearme, estoy cansada para tener sexo”.
Pobre de Nicanor, la inconformidad en su rostro era constante, su segundo matrimonio era una tortura. Se divorció de su primera esposa que por lo menos, era tierna y amorosa, además de tener un físico espectacular, muy hermosa, pero con el traumático defecto de despilfarrar el dinero, de invertir en cuanto tips de belleza le ofrecían, en asistir a lujosos restaurantes, desfiles de moda; haciendo compras en los mejores centros comerciales, negándose a concebir para no estropear su hermoso cuerpo; fue por eso que Nicanor decidió divorciarse antes de quedar en banca rota.
Ahora con ésta, cuyo grueso y musculoso cuerpo armoniza sólo con su horripilante rostro, que le da más de un motivo para salir huyendo, para vencer la cobardía y decidir un nuevo divorcio.
Pobre Nicanor, melancólico y descontento, su experiencia trágica en el matrimonio solo lo lleva a reflexionar y con autoridad dice:
“Quien tiene mujer bonita… Tiene el Diablo en la casa…......
Si la tiene maluca…La misma vaina le pasa…….”
|