Como cada 11 de septiembre. Hogueras de neumáticos formaban una barricada, detrás, el gentío vociferaba, todos a la vez: asesinos!, asesinos!
Entonces supe por qué. Un chico había saltado la barrera increpando a uno de los uniformados, mientras el pelotón apuntaba hacia la muchedumbre, el oficial (supongo que lo era) comenzó a jugar con su arma, apuntaba… bala a los pies, giro, pistola al cielo, vuelta lenta, disparo al piso, era una danza extraña, macabra, un disparo final… directo a la cabeza, luego balacera y gritos, gente corriendo en todas direciones y en la esquina a la luz de las fogatas, un solitario cuerpo inerte.
|