Amor de Madre
Su cuerpo yacía inmóvil, desplomado sobre las sábanas blancas en una de las camillas de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario San Juan de Sahagún, se recuperaba después de una delicada operación en su cabeza, intervención que trataba de salvarle la vida, pues había sufrido un accidente en motocicleta que le ocasionó lesiones de consideración que ponían en duda su supervivencia. El preocupante estado crítico requería de un monitoreo constante, además de la ayuda de equipos especializados para cubrir sus necesidades básicas de respiración, circulación y nutrición, por lo que todo el entorno alrededor era un escenario complejo, lleno de monitores, cables y tubos. En su mente maltratada se repetían una y otra vez el momento del impacto, las imágenes se reproducían constantemente en el subconsciente, era tan desesperante que luchaba de forma infructuosa por despertar, tratando de levantarse, sintiendo su cuerpo pesado y carente de movimiento.
Su madre lo observaba sentada al lado de la camilla, no había dormido por dos noches, desde que le avisaron que su hijo se encontraba internado en el hospital luchando por vivir, con un rosario entre manos rezaba incesantemente, preocupada por la frenética batalla que libraba su primogénito contra la muerte; a pesar del pesimista diagnóstico médico, alimentaba las esperanzas de una pronta recuperación.
Presintiendo el agónico episodio que perturbaba a su hijo, la dulce y abnegada madre, frota suavemente el hinchado rostro, acomodando las vendas que cubren su cabeza y estampando un cálido beso sobre la frente, ese tierno y amoroso roce, hizo que poco a poco desaparecieran las imágenes traumáticas del accidente, el joven pudo obtener tranquilidad, los párpados recubrían pesadamente sus ojos, queriendo abrirlos sin éxito, tratando de ver la procedencia de tan dulces caricias, luego comprendió que la única persona capaz de transmitir y hacerle sentir esa sensación de ternura, protección y seguridad, era su madre.
De repente una luz divina iluminó su rostro, sus ojos se abrieron, un claro resplandor se apoderó de la habitación, el muchacho giró lentamente la cabeza hacia el lado en donde se encontraba su madre, la pudo observar, recostada sobre la camilla vencida por el cansancio, el chico se incorporó, los tubos que le permitía respirar de forma artificial no se lo impidieron, quiso abrazar a su vieja querida pero notó que a ésta, la despertó el sonido agudo de los monitores, de súbito el cuarto se llenó de médicos, el joven no entendía lo sucedido, poco a poco se fue elevando mientras miraba que los doctores aplicaban técnicas de reanimación a su cuerpo tendido en la camilla, todo era caos, el irreversible ascenso no le permitió abrazar a su madre que lloraba desconsolada, sólo se llevó aquel cálido beso y la sensación maravillosa de las tiernas caricias mientras desaparecía en el firmamento.
Edam
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