No sé… ni el motivo ni el por qué…
El día, de hoy, amaneció triste y grisáceo. Quizás la obstinación de la abrumadora y despiadada neblina que, a primeras horas del día, insistía en que el astro rey brillase por su ausencia…

No sé… ni el motivo ni el por qué…

Al caminar, como cada día, junto al rio más caudaloso de España me ha parecido que la algarabía –que otros días me han deleitado mientras transitaba por este lindo y maravilloso paraje- de los pájaros ha mermado considerablemente «Tal vez sea por el otoño… o vete tú a saber el por qué» –he pensado.

No sé… ni el motivo ni el por qué…

El volumen del río, hoy, ha decrecido tanto o más que la alegría y el frenesí que transmiten al trinar los invariables, satisfechos y bienhechores, pajarillos…
No sé… ni el motivo ni el por qué…
Hoy, el río avanza sosegado, triste y meditabundo «Tal vez sea por el otoño… o vete a saber tú…, qué pueda estar ocurriendo aguas arriba» –he repensado.

No sé… ni el motivo ni el por qué…

La escasa y preciada sustancia, fuente de vida, desciende oscura y amarga como el negro café… No sé ni el motivo ni el por qué; pero quisiera presuponer que, efectivamente, se trata sin más del desánimo que transfiere, en mí, el otoño. Y, no… que sea el presagio y comienzo de un triste y desagradable final…
No sé ni el motivo ni el por qué ni siquiera, porque lo he escrito o pensado.

-1-


Tal vez… sea producto de mi imaginación, o quizás del interés que me conmueve para que el mundo sea consciente de que para poder perpetuar las especies y el hábitat: «Sólo es cuestión de respetar el medio ambiente y todo aquello que hay a nuestro alrededor».


Pensado y escrito, sentado junto a la orilla del río Ebro, a su paso por Miranda de Ebro, el día 27 de septiembre de 2012.

©Francisco Izquierdo Herrero.





-2-