«Caminando»
Caminando junto al río, al compás del agua: «Dejo que mi mente, me lleve hasta donde ésta quiera».
Mis pensamientos, son acompañados por el sonido del río y el trinar de los pájaros, al verme caminar exhorto en mis pensamientos.
Hoy, caminando a orillas del río Ebro, he dejado libertad a mis pensamientos y me he dejado llevar por ellos.
En mi cabeza ha surgido una pregunta ¿qué habrá después? ¿Vida, silencio, nada?
Me he cruzado con un matrimonio y hemos intercambiado unos ¡Buenos días! Era una pareja joven y ella estaba embarazada y sin darme cuenta, me he visto envuelto en un halo de inspiración que me ha llevado hasta esta reflexión: «Esa misma pregunta, se la puede estar haciendo el niño que está en el interior del vientre materno ¿Qué hay después?».
El niño tiene que permanecer en ese estado o medio de vida un periodo de tiempo que va desde que el óvulo es fecundado y transcurre, paso a paso, como todos sabemos hasta alcanzar el desarrollo y una vez conseguido, desprenderse de ese mundo que hasta ahora le ha permitido vivir y desarrollarse como un ser humano, ese periodo ha transcurrido en un espacio de tiempo relativamente corto, nueve meses de rigor ese es el tiempo estimado por normal, y una vez alcanzado el desarrollo; despedirse de ese espacio que le ha permitido vivir.
Para pasar de un estado a otro es necesario desaparecer físicamente del medio, o sea, lo que conocemos como muerte.
A la siguiente etapa llegamos tras el nacimiento, en otro nuevo mundo, donde es diferente incluso la forma de alimentarnos, respirar, moverse, además ahora no estamos solos, nos acompañan otros seres que están en un estado más avanzado y nos ayudan a ir aprendiendo el funcionamiento de todo lo que está a nuestro alrededor. Esta etapa consta por norma general de cuatro etapas, niñez, adolescencia, adultez y ancianidad.
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Transcurriendo todo ello, poco a poco, para alcanzar el desarrollo necesario, en vez de meses, son años los que se precisan y en algunos casos pueden pasar de cien los años, para de nuevo tener que abandonar otra vez el medio que les ha permitido crecer y desarrollarse como seres humanos. Hay veces que no se logra alcanzar las cuatro etapas falleciendo antes…
Ahora en vez de nacimiento este espacio transitorio es conocido como muerte. Y es ahí, donde mi pregunta encuentra respuesta, la muerte podría tratarse simplemente del espacio de tiempo que hay entre una etapa y otra.
En esta etapa, el tiempo de desarrollo puede tratarse de cientos, miles o incluso millones los años que tienen que transcurrir, para que se cumpla una vez más, lo que científicamente está demostrado: «la materia no se destruye, se transforma» y que en el Universo hay una ley que se cumple rigurosamente una y otra vez cíclicamente y por tanto la única diferencia que hay entre un estado y otro, no es más que la relatividad del tiempo.
A mayor nivel de desarrollo es mayor el tiempo en pasar de un estado a otro…
Ese pensamiento, junto al trinar de los pájaros, el sonido del agua, la brisa y el perfume que encuentro en el sendero junto al río, me llenan de esperanza y me hacen pensar que puede que en la siguiente etapa, quizás no sea un ser humano, pero que cabe la posibilidad de ser algo de lo anteriormente escrito; animal, brisa, agua, olor e incluso un granito de arena del camino, acompañando a cualquier ser vivo o inerte en otro estado pero, formando parte de su entorno…
Durante el camino, dejo que mis pensamientos me lleven hasta donde quieran; al igual que el río no pone freno a sus aguas, mis pensamientos les dejo correr libremente y les acompaño gustoso hasta donde éstos me quieran llevar…
©Francisco Izquierdo.
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