Luego de salir muy temprano por la mañana, besar a mi madre, amar a mi perro, tuve un encuentro con todos los dioses. Sus ojos negros, sus plumas roja sangre y su vuelo infinito, me hicieron sentir eterno, su igual. Empecé a levitar, amar, bailar sin razón. Podía ser todo al mismo tiempo, pero decidí mirar con los ojos, oler y amar con todo mi corazón. Los dioses se fueron de mi lado, volando por los cielos. Les dije cuanto lo siento no ser un dios, tan solo una ilusión, una ruma de sueños y carne. Volví a mis libros, mis cuentos y poemas. Tuve el sentimiento que moría, que luces de un lugar infinito me llamaban. Fui hacia ellos y ya dentro, sentí que todo era luz, así como cuando se despierta de un hermoso sueño, y frente a uno brilla un nuevo día.
Muchas personas pasan por mis ojos. Los dioses me hablan sin parar. Les escucho. Les escucho y empiezo a volar.