Gestos. Palabras.
Miradas. Palabras.
Sonrisas. Palabras.
¿Y la muerte? ¡¿Que hay de la muerte?!
.... Palabras.
Al final todo termina en un faro.
Y miles, miles de estrellas.
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Suena una guitarra. Toca 4 acordes, repetitivos, repetitiva. Monótonos, monótona. Indetenibles, indetenible. En el fondo se escucha un piano. Y una voz, calmada, casi celestial. Y yo, escucho. Y yo...
¿Yo?
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It drives me. Everyting. Unstopable. Untouchable.
It is so soft, in the jagged night. I feel something. Something. But as soon as I try to grab it, it disappears, goes away. What do I feel? How can I tell?
What's the difference?
Lighthouse. Lighthouse. Lighthouse.
Meet You at the ending hall, they say.
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Deliro. La música va conmigo. El canto se aleja y solo quedan las notas. Las letras. La voz canta pero no es mi voz. La música me toca pero no me empuja. Hay un atisbo de algo y se desvanence, se escurre de entre mis manos, calladas. Se escurre y yo solo puedo repetir palabras. Repetir palabras. Repetir palabras. Repetir. Palabras.
Sin contar jamás historias, voy tejiendo la mía propia.
La tejo con cuidado, pero sin paciencia. La tejo intrincada pero difusa. La tejo de una forma en que yo solo podría encontrarla y mirarla, admirarla, entenderla. Y luego la suelto al mundo, para que aprenda.
Pero siempre vuelve a mí. Más enmarañada. Más entretejida. Más maraña y menos telar.
Mas quietud y menos andar.
Soy el pájaro que no vive en una cárcel, pero en una caja.
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NO.
Si.
NO.
Si.
¡NO!
Si.
Bue... Si.
....Maldito Perezoso.
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Todos vivimos en túneles, me dijo una vez una rata. Todos somos esclavos de una especie de gigantesco experimento psicológico. Todos vamos y vivimos nuestras vidas al garete, preocupándonos por asuntos banales: familia, comida, éxito, amor...
Me pidió que fuera con el, la rata, y que le ayudara a crear su mensaje, su mensaje de rata. Le dije que que si, que cuando quisiera. Y nos pusimos a ello.
Sin embargo en mitad de la grabación, cuando la rata el doble de alta que yo me miraba detrás me la cámara, me lo comí.
El guion estaba delicioso. Tan delicioso como solo pueden ser las mentiras aderezadas con lágrimas de rata.
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¿Que? ¡Ay, ahora no me vengan a decir que el silencio no es literatura!
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