VEINTICINCO POR LA FÉ Marcos mantiene la respiración mientras que por detrás de esa puerta herrumbrada escucha las órdenes y contraórdenes de los policías penitenciarios que ya han descubierto su escondite… . Cuando tenía cumplida una buena parte de la condena a ocho años que le habían dado por estafa, extorsión y falsificación de identidad en el Penal de Olmos, solo le quedaba imaginar ahora qué le esperaría después de este innecesario, torpe e injustificable nuevo error cometido. Por eso, aunque no quisiera, espontáneamente revivirá todo lo ya pasado en esta renombrada y peligrosa penitenciaría...
En principio, entre asesinos y violadores, su vida estuvo salvándose de milagro para quedar siempre pendiente de este mismo fino hilo. Por esto apenas escuchó algo bueno sobre una “ 25” diferente, no dudó en pedir su traslado antes que un facazo preciso y artero se lo impidiera.
Aclaremos primero que la Unidad 25 es una sección anexada a la cárcel de Olmos en La Plata, P.cia de Buenos Aires. Creada por el Pastor evangelista Daniel Tejeda en los años 80´. Única con nombre propio: “Cristo es la única esperanza”. Allá todos profesan la fe de los Santos Evangelios, desde los reclusos hasta los guardiacárceles. Comenzó con 212 conversos, pero con el tiempo se han sumado muchos más. Y ya sería muy aventurado afirmar que todos de muy buena fe, más bien pensemos como única alternativa de seguir en este mundo con la cabeza puesta en un mismo lugar. Porque ahí la supervivencia queda garantizada sin conflictos ni violencia desde un “entre por acá nomás”. Y la discreción los recibe e impone enseguida. Nadie preguntará al otro, cómo y porqué llegó. Tampoco nada de clamar inocencia por todos los rincones, allí el pecado cometido queda absuelto y olvidado para siempre. Siempre y cuando sus portadores sigan respetando los indispensables requisitos desde su ingreso mismo. A saberse, primero; Ser digno merecedor de que a uno le rapen la cabeza a cero, por esa divina voluntad de Nuestro Señor que nos quiere acoger en su santo seno. Otro, no padecer ningún condicionamiento físico que impida arrodillarnos sumisamente y rezar en los galerías cada mañana durante toda nuestra gloriosa permanencia por ahí. Y sobre todo, contar con una inquebrantable garganta para poder gritar a todo pulmón; “¡Gracias, Dios mío, por este nuevo día!, aunque el frío del inverno cale los huesos hasta la sinrazón misma. Muy parecido también es proclamar a grito pelado, algún ejemplar pasaje bíblico, para que los obcecados entiendan bien de qué se trata este asunto. Y como corolario, lo más sublime, a saludarse todos después con un beso en cada mejilla, sin que se les note aflorar por ahí el rubor de alguna inexplicable vergüenza . Todo esto por mantener una armonía perfecta; Nadie debe tampoco hablar fuerte ni gritar despacio, ni limpiar de menos si se ha ensuciado de más. El alcohol y las drogas no existen, y estrictamente prohibida está la televisión y la radio. (Restricción para los libres de afuera, no podía faltar para los retenidos adentro) Pero sí que pueden elegir libremente, entre trabajar en los talleres de oficios o en la huerta. Tomar clases de primaria, o secundaria. O de teología bíblica si es que gusta liberarse vagando por esos lugares por un rato. Y como máxima recreación total posible se les propone representar escénicamente un Vía Crucis, algún domingo frente a sus visitas y familiares, o jugar al fútbol de vez en cuando se encuentra un espacio en el patio que sobre. Bastará decir entonces que para algunos, en este lugar se está bajo el resguardo de un inmenso manto de piedad y de un perdón incondicional, y que para la gran mayoría es solo un sitio donde se vive como se puede y dejan… Pero volviendo a nuestro Marcos, diremos que siempre fue ateo. Recaudo instintivo de quien sabe esquivar defraudarse a sí mismo. Sin escrúpulos desde ya ante cualquier “conversión religiosa” que se le ofrezca. Si ser un “fiel” más, era la única manera de escapar de un infierno terrenal; “Alabado sea el Señor”. La vocación de estafador era su esencia principal, y su ductilidad para el engaño fino, el secreto más bien guardado. Entonces; ¿Quién notaría la impostura? ¿Quién podría meterse en su cabeza y descubrir la falsedad de esta bien profesada fe?. Ni Dios que no existe…Así que su solicitud fue aceptada sin vuelta de hoja. Su rango delictivo nunca había justificado su alojamiento en ese penal de tamaña seguridad, y con una buena conducta encima qué más debían sopesar sobre él…
Para este Marcos que ingresa a la susodicha “25”, fue a un paraíso del cielo aterrizado a un costado de la degradación humana. A cambio de conjuntas e inmundas celdas individuales, allí se convive en pabellones sacrosantamente pulcros y decorosos. . Que ya no se identifican con aquellos tajantes números de infernales confinaciones, sino con nombres propios de los más acreditados y confiables apóstoles de nuestro Señor Jesucristo… Ironía del destino o pura casualidad, a Marcos le tocó el de San Marcos. Y como un magno y magnífico recinto se le presenta a su vista; A sus costados, las camas visten igual a la de nuestras casas. Por el centro, se verifica un gran comedor autodelimitándose con una larga mesa y bancos de madera en su continuo despintar por el uso encima y fregado enseguida detrás. También se destaca que los pisos son de un cemento que brilla y las paredes de un blanco a la cal que siempre deslumbra. Inmaculado todo para que aquí mismo el pan de cada día sea bendecida por el Pastor – Director de turno. (En aquellos tiempos por el mismísimo Daniel Tejeda) Y lo más sobresaliente de todo es ver cómo, desde el muro amplio del fondo, en ese marco libre de ventanas, nuestro mártir crucificado a perpetuidad, en presencia y figura se impone ante los ojos de quienes se le animan a dudar todavía. Por acá debo aclarar que esta obsecuente disciplina era constantemente supervisada por un “Encargado” del Director Supremo. En este preciso pabellón, por un tal apodado “El tucu”. Hombre rudo y corpulento, reclutado entre los “Cristianos Pecadores” de su vecina y mal afamada penitenciaría de Olmos, y elegido por su demostrada capacidad de liderar por ahí. Su destreza con la faca, y esas trompadas exactas y oportunas en aquellas revueltas incontrolables, eran su fuerte. La religiosidad no había que buscársela bajo esas tremendas virtudes. Con su sola presencia infundía obediencia y respeto a cualquier reticente. A nadie se le ocurriría incumplir el riguroso reglamento interno de nuestra “La Veinticinco”
El discurrir de Marcos por aquí en sus primeros años podría decirse que fue sin grandes penas y ni ninguna gloria. La cosa era de subordinarse y callar. Aunque no para siempre. Cuando se creía acostumbrado a esas absurdas y crueles rutinas, algo empezó a sublevársele en su cuerpo y alma. Demasiado tiempo soportándolas tal como venían, sin tratar de amenguarlas inteligentemente con algún buen recurso suyo. La habilidad para manipular subrepticiamente la confianza ajena era su fuerte, y estaba intacta. Y si por este lado lograba un estatus parecido al del “tucu” ( encargado de otro pabellón, porque competir con él ni por el amor de Dios) todo le sería menos penoso y más pasajero… . Se lo propuso desde el objetivo de afianzar una verdadera devoción espiritual que aparecía como lo más tambaleante por acá. Mostraría un convincentemente apego al dogma que lo destacaría sobre todos los demás. Primera y única premisa entonces, “Agradar al Señor”. Y como para convencer y venderse hay que instruirse en la materia y conocer el producto, desde ese momento sentó todo su tiempo preso en una silla de la biblioteca estudiando precisamente las Sagradas Escrituras concienzudamente. Pronto supo tanto de cuestiones religiosas, que sin planteárselo así, logró despertar un verdadero interés entre los más ariscos y remisos internos. Hasta algunos se acercaban con precisas cuestiones a discutir sobre temas puntuales de fe.
Detalle que no pasaría desapercibida ante la atenta mirada del “Tucu”, quien enseguida tomó esto como el presagio de una conspiración contra su autoridad competente, o como el nacimiento encubierto de una sedición hacia este credo, que tan responsablemente estaba bajo su exclusivo cuidado. Y ante esta duda, de oficio nomás decidió cortar por lo sano; quitarle espacio y tiempo a cualquier influencia que este enigmático Marcos pudiera ejercer sobre sus asiduos acólitos. Sencillamente apartándolo de ellos en cómo y en cuánto pudiera. Encontró la manera en obligarlo a trabajar a doble jornada. Con nada de tiempo libre, nada de recreos en el patio ni lecturas hacia otros, especialmente prohibirle el libre acceso a la biblioteca. Sutil castigo para cualquiera sería, pero de qué otra forma cerrarle todos los caminos a las ocultas pretensiones de este hombre así de enigmático e indescifrable… … Marcos aguantó este golpe bajo y artero quedadamente, como debía ser. Pero como allí las cosas se saben sin que nadie abra la boca, a la semana el Director estaba más que al tanto de esta indebida penitencia tomada a sus espaldas. Con esta última observación, más algunas quejas por apremios escuchadas al pasar juntó para preguntarse si ese sistema, desde aquella inspirada creación, seguiría siendo como cabalmente su fundador pretendía que fuera para siempre. Y estudió este asunto sobre la propia la plantilla completa de este pabellón; Poniendo en consideración el tiempo de las condenas estipuladas allí, y la capacidad misma del lugar, esta se mantendría sin variante durante los seis o siete años venideros. Suficiente para considerar que con este “rebaño domesticado” mantener en ese período la fe con tanta mano dura y extremada vehemencia, ya no sería innecesaria...
Convengamos que este Marcos nunca le había pasado desapercibido. Último en entrar, obediente y dócil. Amoldado a un nuevo régimen carcelario sin queja alguna y adoptando su religión fervientemente, era la persona indicada para salvaguardar a este proyecto de no irse corrompiendo a sí mismo. De tal modo, cuando lo teníamos sin más aspiración que volver resignado a una “ Veinticinco” natal, le llegó la propuesta oportuna. Sin embargo con tan buena noticia tuvo sus reparos, y dudó. Este resultado no se acomodaba a lo pergeñado en un principio. Reemplazar a ese inescrupuloso “Tucu” expulsado así a su Olmos natal, y él quedarse ahí, ungido de entre sus compañeros de infortunio sin más armas que la persuasión de su palabra arto conocida y ensayada, sería una preocupación permanente. Sabía que su pabellón desde el estreno mismo, fue el más rebelde de todos, y no podía negar que el temor a ese hombre le había facilitado su andar por ahí. Entonces, qué podría ocurrir si esto se interrumpe de un día para otro. Probablemente si el mismo Director se hiciera esta precisa pregunta se daría una respuesta tranquilizadora. Significaba un riesgo para los dos de que todo se echara perder. Pero si se lo piensa de su parte más interesada, sería un verdadero pecado rechazar ese cargo tan elaborado por algunas reservas en contra. Entonces debía cerrar contrato a boca cerrada y sin pensar. Así lo hizo. Y desde ya a usufructuar los beneficios que esta responsabilidad otorga a la vista de todos; como vestir ropa de calle y de primera calidad a modo de dignísimo uniforme oficial sería el primero de la lista. Alimentarse con más y mejor comida le seguiría. Más estos otros; mirar televisión, asistir a los talleres solo para supervisar, y quizás algún regalito de por allá, digamos algo mundano para uno de más acá. Pero siempre todo envuelto en el papel de la discreción, porque nada de promover peligrosos resquemores tan difíciles de aplacar una vez desatados sin control. Porque cosa primordial era saber anticiparse a ellas. Entonces, segunda y última consigna; “Agradar al Súbdito”, y comenzó apenas asumido el nombramiento. Convencería al excelentísimo señor Director- Pastor de lo humano y bien recibido sería dejar algunas prácticas destructivas. Desde ese denigrante rapado de cabezas pelilargas o peliagudas, la de no a arrodillarse ni para fregar pisos, hasta un ya se acabó de gritar como locos cosas que nadie comprende...Todo fue otorgado de sus manos para recibir algún “gracias” apenas, solo mascullado como premio al esfuerzo. No obstante más se incentivaría transgrediendo otras prohibiciones que aún consideraba intolerables; Él mismo admitiría como sano esparcimiento escuchar radio. Y se prestó a que pequeños receptores entraran y que fácilmente escondidos dentro de las almohadas, fueran escuchados bien bajo durante la noche. Como también se organizó para que de a dos reclusos por vez, y por una hora desde la medianoche, vieran televisión en el único aparato en blanco y negro que siempre estuvo en la cocina... Al poco tiempo, conforme pero no del todo satisfecho, en una de esas veladas clandestinas, en la penumbra del pabellón, y entre ásperos ronquidos y una tenue música que los suavizaba desde una trasnochada radio todavía encendida, se preguntó que le estaba pasando. Porqué había llegado tan lejos, regalando privilegios ha riesgo de perder los propios. Qué cosa había obrado en él que ahora era una persona pródiga en bondades, cuando ni siquiera en Dios creía. Esa noche, insomne con la vista en ese Cristo que también lo observaba a él, el sueño lo venció como esperando alguna respuesta desde ese lugar. Pero ni en sueños se enteraría cómo al otro día algo llegaría de una manera tan inédita ni calculada… … Ésa mañana, como habitualmente lo hacía, se dirigió hacia el taller. A un paso forzado por el patio vacío sus ojos enseguida se clavaron en la puerta que daba al exterior. Claramente estaba abierta, y sin el guardia que siempre custodia el ingreso de la mercancía por ahí, lo invitaba a salir pronto. Si Marcos hubiese sido un creyente habría pensado en un milagro asombroso. Pero hay para creer que otros ojos más humanos que los de ese Jesús estaban probando su innato oportunismo, este de rápido aprovechar y echarse a correr hacia la libertad..Y ahora lo tenemos acá, refugiado en un galpón de una fábrica abandonada cercana del penal, rodeado de policías que pugnan por entrar y volver a capturarlo. Ya con un destino fijo e inamovible. Derechito al tan temido Penal de Olmos donde se encontrará con gente algo conocida, sus ex compañeros. Esos “pecadores empedernidos”, otra vez liderados por este restituido “ Tucu. El más respetado por ser tan infalible con su faca siempre lista... NOTA: La historia y el personaje central son de ficción, pero los demás datos precisos fueron obtenidos en un artículo publicado en una revista semanal del 8 de mayo del 2005.
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