Huhne se quedó a cuadros cuando el juez dictó sentencia: “ocho meses de cárcel por obstrucción a la justicia” Menudo porrazo, colega, de estrella de los liberales-demócratas británicos y favorito como sucesor de Nick Clegg a reo por no querer afrontar las consecuencias de la multa por exceso de velocidad en su momento. Pero bueno, a lo hecho, pecho, no queda otra, o te aguantas o te hundes, no hay vuelta de hoja. No es plan el lloriquear y pensar en clave “si hubiera hecho esto o aquello […]”, porque sería una memez, y Huhne será muchas cosas, pero no un memo precisamente. Cuando lo mandaron a la chunga y sombría cárcel de Wandsworth, construida en 1851 y por la que han pasado personajes populares como Oscar Wilde o Julian Assange, Huhne no tardó en meter mano a su completa libreta de contactos para hablar con las personas adecuadas; y es que para llegar a ministro hay que tener una buena libreta de contactos -los aspirantes a ministros lo saben muy bien-. No os puedo decir cuánto rato estuvo charlando con los que podían mover los hilos adecuados, pero finalmente lo logró. Y es que Huhne es el puto amo, sí señor, porque sólo tuvo que pasar una semana en la húmeda y tenebrosa cárcel de Wandsworth, la cual siempre está a petar, es decir, superpoblada. ¿Adónde ha ido a parar entonces nuestro protagonista? Nada más y nada menos que a una fantástica cárcel abierta de Leyhill -un antiguo hospital militar reconvertido en cárcel-, la cual no es oscura ni tenebrosa ni chunga ni sobrepoblada, ¡qué va!, todo lo contrario, es una cárcel en la que los reos tienen las llaves de sus celdas, y, por si se aburren, disponen de pistas de tenis, campo de fútbol –de hockey sobre hierba también-, un gimnasio donde dan clases de pilates, y lo mejor, una cantina en la que se sirven productos biológicos cultivados en los huertos de la prisión. Joder macho, qué bien se lo monta Huhne, ¿no? Ya pueden ir diciendo algunos que todos somos iguales ante la ley, que no cuela, y si no, preguntadle a Huhne y a los que salen en su libreta de contactos, pero ahora no, eh, que es la hora de su clase de pilates. |