“HOMBRE EMPRENDEDOR”
AUTOR: C. Alejandro Sandoval Medina
Emilio Juárez era un buen hombre, honrado y trabajador, durante toda su vida había sido empleado en una empresa de construcción, la cual después de quebrar por malas finanzas del contador, cosa nada sorprendente en estos tiempos, liquidaron a todos los trabajadores incluyendo al buen Emilio. Después de algunos meses los cuales fueron toda una odisea para recibir su liquidación, había tomado la decisión de emprender su propio negocio.
“Jamás volveré a ser un empleado”. Comentaba a su esposa, el giro de su empresa sería una vulcanizadora, en su mente volaban sueños guajiros, primero tendría su vulcanizadora, después de dos años de trabajo pondría un taller, y al contratar a más gente se dedicaría simplemente a manejar el dinero y tal vez invertirlo en una cuenta bancaria; todas estas ideas se las platicaba a su esposa Eugenia, que simplemente le ponía atención sin decir ni una sola palabra , sabia acerca de lo terco que era su esposo, así que ninguna idea por parte de ella sería tomada en cuenta. Por fin llegó el día esperado por la pareja, Ricardo seria por el momento el único trabajador, había gastado hasta el último centavo en las herramientas necesarias para el trabajo, durante 10 noches seguidas al llegar a casa con su esposa , solo había amargura y negatividad, las cosas no funcionaban en el negocio como había esperado, necesitaba urgentemente recuperar parte de la inversión ya que los pagos se habían vencido y Eugenia lo presionaba al respecto, durante la noche recibió la respuesta para poder incrementar sus clientes.
Por la mañana, antes que salieran los primeros rayos del sol, decidió poner tachuelas en las calles cercanas a su negocio, los clientes llegaban a montones al ser la única vulcanizadora en aquellos rumbos, le faltaba tiempo y le sobraba dinero, así que decidió contratar esa misma semana a dos ayudantes, después
de un mes y de realizar la misma operación por las mañanas, ya había liquidado sus deudas y hasta para comprarse un carrito le había alcanzado. Una noche
camino a su casa, iba feliz por las ganancias obtenidas en el día, quería llegar rápido para comprar la cena, “Quizás unos taquitos de cecina de Doña Lupe, o tal vez unas flautas del puesto de la esquina”. Pensando, aceleró a 150 km., olvidó que por esa calle había dejado unas tachuelitas esa misma mañana, las cuales según los peritos de transito fueron las causantes que perdiera el control de su coche y muriera en el accidente. Meses después, su joven viuda tuvo que buscar consuelo en su vecino y compadre, que ahora es el actual dueño de aquella vulcanizadora. Nadie sabe para quién trabaja. Así que es mejor buscar ganarse el pan de cada día de una manera honorable, quizá, así tanto la vida como la muerte nos traté con honor. Ω
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