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Queridos amigos, entre los papeles de mi difunto abuelo encontré esta confesión. Es interesante saber lo que piensa un viejo antes de morir, por eso les comparto el siguiente escrito. Vale.
Terryloki

Cuando me faltan cuatro meses para cumplir 73 años tengo una crisis existencial. De jóvenes andamos de un lado para otro cargados de prisas y responsabilidades, preocupados en acumular riquezas para nuestra vejez (cuando llegamos a ella nos llega el hastío) y un mal día sin decir más, dejamos este mundo y uno que otro ser querido llorará nuestra ausencia, pero nada más.

He llegado a la ancianidad y como buen trabajador ya jubilado tengo medios económicos para vivir, pero en mis “años dorados” me aburro soberanamente y estoy consciente de que gracias a mi dinero las gentes que me rodean me procuran. No quiero pensar que hubiera pasado si al llegar a la senectud estuviera enfermo y pobre.

Desde luego no quiero que piensen que este escrito es una serie de quejas, de sentirme incomprendido, etcétera. No, el motivo de plasmar mis ideas es para aclarar mi situación actual. Pensar y al mismo tiempo anotar con toda honestidad cómo ha sido mi vida y que espero de ella en el futuro.

Créanme que no es fácil descubrir mis pecados o fracasos, el haber actuado irresponsablemente de muchacho, con la verdad absoluta de que “los pecados del joven los paga el viejo”.

De adolescente entré en la escuela de medicina más difícil de México, la Escuela Médico Militar, donde me gradué como Mayor Médico Cirujano. Me sentía el rey de la creación, todo era posible para mí. Así que tuve dos casas: en la legal con tres hijos y en la casa chica tres hijas.

Cuando más falta les hacía a mis hijas, su padre estaba muy ocupado escalando puesto en su vida profesional y con un desorden en su vida sentimental. Claro, el dinero no era problema para mí, así que les di carrera a las muchachas, pero como la sociedad no perdona cuando ellas ya trabajaban tuve que escoger entre las dos casas y por miedo, cariño o no sé el porqué me quede con mi esposa que la sociedad considera como legítima y mis tres hijos.

Tontamente pensé que por haberles dado carrera, mis hijas me corresponderían con
su cariño. La realidad es cruel, lo que importa es el sentimiento no tanto el aspecto material, aunque no lo rechazan y lo que se acumula es el resentimiento. Total ya cuando no les doy nada, me han abandonado por completo. Por fortuna para mí, me queda el falso consuelo de que ellas viven su vida y tienen con su carrera los medios para lograr sus metas. ¿Lo lograrán? La verdad no quiero saberlo.

En cuanto a mi vida profesional, con orgullo puedo decir que fue un éxito, llegué a director de un hospital y me pensioné con una generosa jubilación. ¿Y qué de mi esposa, hijos y nietos? ¿Mi existencia actual? La contestación a la última pregunta es el motivo de esta confesión.

Desde muy joven llegué a la conclusión de que la bella idea de dios es un mito, hijo del miedo del hombre ante la presencia de la muerte. Sé con certeza que después de la vida, al terminar ésta nos adentramos en la nada, así que lo único real que tenemos es nuestra existencia actual y debo hacer un recuento de lo que tengo a mi edad.

He llegado a una edad bastante avanzada (mi padre murió a los 63 años). Desde hace dos años curso con diabetes, fácilmente controlada con dos pastillas diarias, ejercicio y una dieta adecuada. Hipertensión que se controló cuando baje de peso y con una tableta diaria y una colitis ulcerativa crónica contralada con dos pastillas. Así que con cinco pastillas diarias, dieta y ejercicio llevó una vida normal.

El problema de los jubilados en honor a la verdad es el aburrimiento. Cuando dejé de ejercer la medicina, me dedique a escribir, estudiar inglés y estudiar filosofía. El problema es que hay que competir con los jóvenes y estos son muy egocentristas. Un escritor que empiece de viejo está perdido, nunca va a poder ver sus obras publicadas, a menos que sean edición de autor. Y Cuando los venderá: NUNCA.

Los viejos nos sentimos impotentes al ver la reacción de la sociedad aunque en nuestra actividad seamos más eficientes y asertivos que los jóvenes, y al tratar de competir con ellos nos frustramos.

Ahora bien, ya comenté lo malo, ¿por qué no comentar lo bueno? Lo importante en primer lugar es la tranquilidad económica y la tengo. Ser supuestamente apreciados por nuestra esposa, hijos y nietos, y gracias a mi dinero lo tengo. Me gusta escribir ¿y quién me lo impide? Nadie. Seguir escribiendo aunque pocos me lean.

En cuanto a salud, llevar una vida sana y gozar de lo bueno de la vida: la lectura, el cine, el teatro, la música. Ser muy egoísta, ver con desapego y alejamiento a nuestros supuestos competidores.

Y en cuanto a mi existencia actual: Alegría de iniciar una jornada más, filosofía personalísima, inmersa en el EXISTENCIALISMO que cotidianamente me lleva a despreocuparme del día que ya se fue, y de aquel otro que aún no ha llegado.

Queda un problema: la muerte. Los días se han ido y yo deberé pasar a la dimensión desconocida de una manera gentil y con dignidad. Me pongo a pensar que me gustaría que me ayudaran a morir, cuando ya la existencia no valga la pena (antes de quedar inválido con una pésima calidad de vida). Sin embargo, mis familiares o amigos, por prejuicios sociales o religiosos nunca lo harán. Así que he decidido en que cuando me llegue el momento por cualquier motivo, sea yo mismo el juez y el verdugo que acabe con una vida inútil ¿Cómo? No lo sé. Pero deberé hacerlo solo y…

Texto agregado el 16-04-2013, y leído por 268 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
16-04-2013 Muy buen relato, y tu abuelo un crack. elisatab
16-04-2013 mmm... drricaldi
16-04-2013 Un relato interesantísimo, que he leído con todo respeto. Aunque me queda la sensación de no haber leído en ningún momento la palabra amor... Gracias por compartirlo. MarceloE51
16-04-2013 Muy bueno Loky, un placer leerlo de nuevo. Un abrazo amigoooo!!!! Cinco aullidos yar
16-04-2013 Mi buen Terry, siempre me sorprendes con tu imaginación. A pesar de que eres joven aún comprendes la vejez. Me imagino que es ficción lo que has escrito. De no ser así que vida tan "padre" llevó tu abuelo. Felicidades. heraclitus
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