He llegado a pensar que seas un espejismo, o un ente que se filtró en mis pensamientos por causa de una alucinación, pero el mundo me obliga a saberte real. Por eso es que me gusta que existas no importa que tal concepto sea percibido a través de los demás. Es como si el saber que pisas el suelo donde yo segundos antes lo hice, que te apareces en sitios donde yo arribo minutos después, como si el saber que hablas con personas con las que en cualquier momento yo también cruzo palabras te concedieran un halo de vida.

Hoy de regreso a casa camino por tal sendero que aparece frío y muy silencioso, tanto que llego a escuchar el roce de mis pantalones; un sendero que al provocar tal quietud me invita a hablarte, a balbucear hermosos monólogos en tu nombre, en el cual imagino las razones por las que no logro palpar tu existencia.

Sigo incrédula al hecho de no haberte mirado ni una sola vez desde hace tiempo, ¿o acaso no lo he hecho nunca?. Supongo que así funcionas en mi vida, como un ser a veces ruin que provoca mi más idolatrado pensamiento. . . Casi llegó a casa y el cerrar la reja emite tal estruendo que me despierta de lo que parece ser otra alucinación, un poco después estoy a punto de entrar al calor de mi hogar y todo se desvanece...tendré que esperar antes de pisar mencionado escenario para encontrarte caminando conmigo y me vuelvo a creer que eres imaginario...no hay nadie por aquí que pueda dotarte de vida.