El reloj se detuvo en el momento de cruzar este umbral. La sirena avisa lluvia negra en un día iluminado por nubes de algodón y retazos de un triste cielo. Las ventanas encuadra el verde y oro atardecer sobre una línea azul que divide al horizonte; una blanca raya, furiosa,dibujándose en el firmamento, un avión sin piloto, dirigido a control remoto la esta siguiendo a la par desde alguna pantalla militar, un helicóptero de nombre indio que no se ve desde tierra flotando sobre el mar lo esta localizando en su computadora de fantasía, un satélite levitando información en la estratosfera esta calculando parábolas de cohetes ahí abajo, un
alguien de uniforme en una base lejana a todo esta ficción aprieta una tecla de computadora,ruidosos proyectiles salen de caza desde otros horizontes, tizas blancas arañan el espacio
aéreo, explota la bomba que viene de lejos sobre los techos de esta ciudad. No es algo genial?
Lo que por aquí en la realidad pasa, por allá son de James Bond, o no?.
No consigue adelantar el vuelo de regreso a casa.
Extranjera, miedo, terror a esta situación que se encuentra envuelta. Sirenas, gente corriendo,
explosiones, histeria, tiembla la tierra bajo inseguros pies, vibran las piedras de los edificios
a su alrededor, los vidrios, los metales, las hojas de los arboles, y aves que gritan, y aullidos
de perros, y desorden mental; todos los miedos están aquí deteniendo el pulso, el aliento, el
pensamiento, la respiración, al mundo entero; fin del episodio, todo a su sitio; el hombre a ser
persona razonable, coherente, hasta la próxima alarma del fuego que cae del cielo. Pánico le
causa el ver a la gente convivir con este terror constante y cotidiano tan bien aceptado.
Cerramos las ventanas al tiempo que divide los días. Nos concentramos en los goces de
nuestras eternidades. Al mundo y su grandiosa inteligencia, sus serias preocupaciones, su
ciencia magnifica, sus eternas frases sabias, sus grandes hombres con su tecnología, a todos
los dioses que tanto nos aman, al gato, al reloj, y al resto dejamos afuera que se las arreglen
solos. Y que viva el esperma aunque yo perezca!!
Perdió el avión.
Al mirarse en mi espejo comenta que no es la misma persona que ve reflejada la que
recuerda su memoria. Que lindo sonido, su voz. Ella vistiendose, arreglandosé, ordenandose,
decorandose; yo no, continuo desnudo, sucio de romanza; desde una silla sigo sus
movimientos. A mi me gusta este olor a ella que calzo y visto. Y en el umbral, primero
del lado de adentro, después afuera, bebemos juntos rocío de labios; tendemos un puente
de telaraña mágica entre nuestras pupilas, secretos de amor al encontrarnos en medio sin
palabras hablamos, y no nos decimos adiós al separarnos. Un simple chau. ¿Quien sabe el
mañana?
No dijimos nombres, ni edades, ni de donde; ni santos ni señas del pasado inexistente;
estamos en un lugar donde las cosas no tienen propiedades clasificadas y las voces no hablan
palabras; ella, yo, y unos cuerpos enloquecidos escapados de la prisión de pasiones mas
salvajes; mas delirantes; lujuria ingeniosa, carnívora, sucia, mas que sexo, la mas prohibida;
y si, esa; la de la clase mas baja, la mas pecadora, la mas ruda, dura locura insaciable. Estas
cosas no se hacen, no!….y si se hacen no se cuentan, no, no, y no!…y se acabo la cerveza,
el vino, el whiskey, el café, el té, la chocolatada de Ian, el Kornflecs de los chicos que no
vienen a visitar, el tabaco, el porro y todo lo demás; solo queda agua del grifo, las vírgenes
telas de mis pinturas, los condones, tampones, viagras, pastillas anticonceptivas y su deliciosa
sopa de almejas. Y una noche descubrimos al sol colándose por las rendijas de las persianas
y vemos un amanecer de rostros iluminados de sorpresa; sin mascaras; irreconocibles,
transparentes; áureas azules, cuerpos desnutridos, corroídos, des higienizados; huellas de
dentaduras, diagramas de uñas sobre carnes de flácidos miembros; pelos florecidos en zonas
indebidas, apelmazados sobre nuestros cráneos despelucados, piel embadurnada en líquidos
de plomo, seco, resquebrajado; unos dientes pastosos, podridos de licores mas dulces de viejo
estirpe. Nuestro contorno muestra una batalla de exterminio a la civilización por una horda
de barbaros que paso por aquí sin darnos por enterados. Retazos de artefactos, de juegos
prohibidos conquistaron el terreno; prótesis dudosa manchados dudosamente, esqueleto
de aves al horno, recuerdos de un cadáver vacuno, peine arqueológico de pez, pepino en
condón, colillas de cigarrillos amontonados, toallas acartonadas, el hilo masticado de un
chorizo, sabanas conquistadas por pelos y sudores; zapatos perdidos, globitos de carnaval,
medias huérfanas, ropa desmayada, vasos caídos, culos de botellas dormidas, rebaños de
migas de pan y galletas pastando por el valle de la cama, platos decorados en moscas, rastros
de un salami, de pizza verde, el moho de un antiguo queso, peligrosos carozos de aceituna,
negra y verde, minando la alfombra, cascaras de girasol, de banana, de naranja; envolturas
de golosinas, de atún, de sardinas, de judías, de mariscos; olores a semen exportado que los
humos de insiencio traídos de la India no lograron disipar; un colchón desequililibrado
pidiendo tregua, una mesa torturada sexualmente, rastros de lluvia de espermas y agua de
fuente bendita bendiciendo paredes y mobiliario, una silla varias veces asesinada por la
imaginación de dos cuerpos, el sofá desmantelado por continuas embestidas de conquistas,
un vibrador pidiendo clemencia o cambio de vaterias, una almohada descuartizada a
mordiscones; mapas del terreno pintados con mis dedos sobre papeles rescatados de su piel.
Hice de todo, lo juro, y a pesar de ser menos que mi reputación, deje huérfano todo su penar.
Y nos miramos en el jardín de nuestros ojos, y nos reconocimos el uno en el otro, y nos vimos
hermosos, y nos sentimos dichosos. Hicimos el amor por vez primera; una, o mil y unas
veces mas. El otro con el uno y el uno con el otro y uno mas uno siguen sumando uno. Así
estamos. Y ahora es noche nuevamente, y la luna platea las sombras desde las ventanas, y nos
abrazamos, y nos acariciamos, y nos acurrucamos uno dentro del otro, y nos olemos, y nos
cubrimos con alientos y susurros, y nos decimos, sin decir palabras, las cosas mas hermosas;
nuestros labios agrietados consolamos, nuestra piel tostándose una en la otra acariciamos, y
nos amamos, si, un y mil y una vez mas, o solo una; y siento paz con todo lo que me rodea, y
todo lo que me rodea en paz conmigo siento, y me duermo.
No se da la vuelta mientras se aleja de mi puerta, levanta la mano abierta con todos sus dedos
extendidos mientras anda, agacha la cabeza, baja la mano, se yergue, toma un gran bocanada
del joven día que crece, continua alejándose con paso decisivo; primero su cuerpo desaparece,
su sombra le sigue el ritmo a sus tacones, se desvanece. Su aroma queda en mi morada. Me
voy a duchar.
Mientras el agua se calienta enciendo un cigarrillo pitado que encuentro y puedo enderezar,
música que concuerda con el decorado del aire escucho, miro las paredes llenas de nuevas
pinturas, ordeno las cosas que voy pasando revista a mi paso, abro las ventanas al sol nuevo, a
un cielo con nubes pastando mansos vientos, despejado de miedos; creo que ya no hay sirenas
ni ruidos que espanten el vuelo de las palomas; busco una ropa que huela bien, me miro en
el espejo para reconocerme. Raro, no recuerdo el incendio en las matas de mi privado jardín,
ni este color tan gris esfumado y un poco apelusado sobre mi cráneo, ni tantos pelos y pelitos
por todas partes de mi topografía, ni al enano tan enano, ni tanta extensión pendular en la piel
que cubre mis músculos testiculares!, ni sigo mirandome; estoy contento; feliz de la vida que
vivo; tengo que rasurarme, cortarme las uñas, comer algo, limpiar algo, ordenar algo. Mejor,
me voy a dar una vuelta a ver si, quizás, quien sabe?, algo cambio afuera en el tiempo que
estuve soñando.
Que el cielo siga existiendo, que mi lugar es este infierno.
Sigo andando.
Chau. |