La melancolía le llego de improvisto junto con una desesperación, había llegado a la edad “madura” de los cuarenta años, todo una hazaña para en estos tiempos modernos en donde el estrés y las preocupaciones nos matan antes de tiempo, la familia le preparaba la fiesta de cumpleaños, no quiso que le celebraran nada, menciono: “para que si al final siempre me deprimo cada año”; para él era un mito eso de la depresión a los cuarenta.
La esposa notó la desesperación en su rostro, fue como si una enfermedad le hubiera llegado de presto, el rostro triste y demacrado, no quería comer, “ya se me va a quitar”-decía-. En una reunión que tenía con compañeros de trabajo salió a relucir el tema, varios de ellos mencionaron que eso era un mito, pero el más viejo y experimentado menciono:
-A no ser que…-
Los demás se pusieron muy atentos y al unísono respondieron:
-¿A no ser que?-
Menciono que había oído historias verdaderas de como muchos hombres al llegar a esa edad se habían vuelto locos o habían cambiado completamente su forma de actuar y vivir, para el caso les menciono un ejemplo:
-Se de uno que se volvió cipote pero solo en la mente, se volvió mujeriego, más hoy con esas pastillas azules que venden en las farmacias, lo descontrolaron por completo-.
Los demás compañeros centraron mucho mas la atención en lo que contada el señor ya entrada en años y que aparentemente tenia ya una vasta experiencia en la vida, les dijo:
-También otro se volvió picaflor andaba como abeja de flor en flor, se creía todo un don Juan, solo enamorando pasaba a las mujeres-.
Uno de los compañeros le respondió:
-No será porque, a ese no lo llevaron donde las mujeres que tienen la profesión mas antigua del mundo, a lo mejor tenia ese deseo reprimido-
El anciano con los ojos de sabiduría que tenia y las canas en su cabello le dijo:
-Pueda que usted tenga razón-.
Uno de los compañeros que estaba en la reunión mencionó:
-Se de un caso en el cual, se deprimió tanto que se enfermo de melancolía y tristeza, según se, fue por no haber estudiado lo que él quería, a esa edad a los cuarenta años le pareció ya muy tarde, dicen que por eso se deprimió-.
-A poco así, si nunca es tarde para aprender-mencionó otro compañero.
Otro compañero dijo:
-Yo se de un caso en donde al llegar a esa edad le valió todo, se volvió vale verguista, ya a esa edad no se preocupo por nada, según él, ya era edad de llevar una vida de pensionado-.
-No será porque se caso muy joven y por eso le agarro esa depresión-menciono otro compañero.
-Pueda que esta en lo correcto-dijo el anciano experimentado.
-Bueno a otro le agarro por hacerse fanático de la religión, se volvió totalmente un cristiano entregado a Dios-menciono un compañero.
-¿Qué ya no lo era?, era bautizado y confirmado-menciono otro compañero.
-Se dio otra oportunidad-dijo el anciano.
-Dicen que a muchos les agarra de ser fiesteros, de que se van de farra todos los viernes y sábados con sus amigos, cuando antes no lo hacían, es mas dicen que antes pero ni una gota de un jarabe para la tos tomaban-les dijo un compañero-pero no lo digo por nosotros que estamos ahorita departiendo con un par de cervezas-.
-No claro, claro que no-respondieron todos muy serios.
-A muchos les agarra por hacerse los desentendidos en el hogar, pasan lo mas desapercibido posible, ni participan en las reuniones diarias del hogar, siempre tiene un excusa para no estar en el hogar, lo que comúnmente conocemos como salir con una paja, dicen esa famosa frase “ya vengo”-dijo el anciano experimentado.
La reunión con los compañeros había terminado cada quien estaba por retirarse cuando uno de ellos les dijo:
-No se retiren yo los invito a otra ronda-.
Unos respondieron diciendo:
-Yo no puedo mañana tengo que ir a la iglesia-
-Tampoco yo, tengo una cita con alguien- a propósito, ¿no saben si ya cerraron la farmacia que esta acá cerca?, quiero comprar unas pastillas-.
-Yo me retiro a mi edad me hace daño el desvelo-dijo el anciano.
-A mi me vale verga, yo me quedo, no tengo nada que hacer mañana-dijo otro compañero.
-Yo me quedo, total no he estudiado para el parcial que tengo mañana en la U-dijo uno de ellos.
-Yo los acompaño, además dije en la casa: “ya vengo”-dijo otro.
-¿Y vos no te quedas?-le preguntaron al compañero que acababa de cumplir los cuarenta.
-No gracias, creo que mejor me voy, regreso a casa-les dijo.
Regreso a la casa con el deseo de sacar la depresión que sentía, pero no encontraba como hacerlo, para poder dormir tomo un libro viejo y lo empezó a leer, le gusto tanto que empezó a leer todo lo que se ponía frente a sus ojos, le fascino la lectura, después empezó a escribir narraciones, cuentos, reflexiones, aunque no sabia donde poner una coma, unas comillas, los puntos, como separar los diálogos, pero al final escribía, se desvelada escribiendo lo que tenia en su mente y de las experiencias que observaba a diario, ahí desahogaba su supuesta depresión de los cuarenta. Un día en el trabajo en conversación con el anciano que tenia mucha experiencia, le mencionó lo que le estaba ocurriendo y hasta le mostró uno de sus escritos, el anciano observó el escrito y le dijo:
-A algunos a esa edad les da por escribir y creerse novelistas, a lo mejor tenían ese deseo reprimido, con tal que no se haga bohemio, fanático, vale verguista o mujeriego, creo que esta bien-.