Ya me conozco el juego,
las penas al vertedero,
tu pisas, yo piso luego,
de huesos un quebradero.
Ecos. Reflejos de los que han muerto.
Sonriendo. Vapuleados por su propio ego.
Ergo, corrieron, haciéndose los tuertos,
porque ver veían su desasosiego.
Olvidaron sus rostros, su ojo
bueno, lo olvidaron todo,
sus cuencas vacías obviaron el modo,
recuerdos, solo despojos, rastrojos.
Un calambre en el cuerpo y el orden
restaurado sin imponer, sin morder,
la mano que nos da de comer , joder.
Mordiendo sus propios huevos dejó de llover.
Hay quién nunca se baja de su burra
hasta que ésta se derrumba. |