qué encontró el ladrón... las puertas quebradas... el ruido del silencio... el girar de una ventana, una cortina... ladridos de un perro en la calle... camas deshechas y cuerpos lacerados por la muerte... el latir del corazón del ladrón era universal... sus manos agarrotadas por los golpes y arañazos se fueron amortiguando por el tiempo... el sudor arruinaba su belleza sangrienta...
miró cosas de valor... miró sus tiesas manos y ellas mismas lo jalaron hacia el motín de aquella casa a punto de hundirse... dinero, joyas, mas dinero... de pronto uno de los cuerpos se movió... era de una de las mujeres... la mas joven, no mas de quince años... se acercó y con una de sus manos le incrustó su puñal en el mismo rostro, aún lleno de belleza... puso todo en su bolso y miró la puerta... la pateó y bajó las escalera... de pronto se topó con un hombre... se miraron... el ladrón lo empujó y este cayó como un muñeco por las escaleras... mas sangre, rojo como el mismo infierno, si es que lo hay... ya en la calle, corrió... entró en un auto y partió... llegó a un callejón húmedo y desolado... bajó y corrió... corrió hasta llegar a una humilde cabaña llena de niños... entró y allí estaban sus hijos, su enferma mujer y muchos perros... todo era miseria... y el la llenaba de vergüenza y dolor ajeno...
sus hijos cenaron y luego de acostarlos bajó al cuarto de su enferma mujer... ¿necesitas algo?... no respondía... y notó que el brillo de sus ojos moría, se iban como una espiral hasta olvidarse de aquel cuerpo... bajó la cabeza y trató de llorar y lloró... a lo lejos, curiosos y hombres de la ley le buscaban, le buscaban por lo que el dolor había hecho con aquel ladrón de sueños y esperanzas...