Me esta lloviendo el más oscuro llanto, el cielo se ha ido por sobre los cerros, y se han muerto todas las sonrisas: las de los árboles, las del viento, y también las mías. Me esta lloviendo el más sincero llanto que hasta perdí el alma escribiendo tan ancha pena por este luto agrio que me abriga.

Se desgarran las lágrimas del árbol cabizbajo, en la espesa garúa con rotundo dolor.

Persistente y decadente, me elevo sobre la tristeza haciéndola mi hogar y recordando imágenes de la infancia eterna que se desvaneció por la desolación. Mis sueños se han cubierto de paisajes marchitos que caminan en lo sagrado de lo que hoy soy: intento el desahogo, sólo eso, pero no es tiempo de esperanzas porque la fuerza del abandono cubre de seda toda mi longevidad.

Estoy cansado en Uaral, pero esto es la vida y es lo único real: tengo marcadas, con la fruta amarga de mi tierra, con su sabia más añeja.

Los ríos, la cordillera, la pradera, el árbol caído y el llorar de las aves, todos ellos escucharon mis lamentos heredándome todas sus melodías.

Por ello y por todos mis años enraizado en mi tierra "que el campo fluya", pero en agonía como siempre ha sido.