OJOS MOROS

Era un día cualquiera. Un día plano, sin sorpresas. Sus ojos se posaron en mi y una sensación de frescura pero también de fuego me invadió. Ojos de color negro,ojos tristes, ojos moros en un hermoso rostro de niña- mujer.

Me sumergí en sus claras aguas, placidas, transparentes y en ellos también fui joven de nuevo, evocando mis veinte años. Volví a sentir el ardor de la juventud y a vivir sueños de muchacho. Sueños livianos y fáciles de cargar.

Esos ojos me envolvieron con su magia y me abrigaron del frío de una mañana de Noviembre. Nuevamente quise, con los míos, entrar en lo profundo de los de ella. Pero se cerraron y el encanto se rompió: ¡Eran ojos ajenos!