- ¡Freed rompió mi telescopio! - Lloraba Lis en frente de Crimson
- Fue accidente, no seas llorona - decía el acusado en su defensa.
Crimson no tardó un segundo en reparar el telescopio de Lis y ésta se fue contenta, tuvo de nuevo que sermonear a Freed sobre llevarse bien con sus hermanos. Freed se fue pensativo de la sala. En la noche, como agradecimiento, Lis cantó una bella historia de un héroe mítico, aunque cambiando el final ya que no le gustó el destino del pobre Belerofonte. Freed se sentía celoso del favor que su padre parecía tener para con Lis así que preparó una melodía para mostrárselas a todos, especialmente a Lis.
Una semana después del espectáculo de su hermana, Freed ofreció para todos, incluso para algunos de los pobladores de la isla que visitaban la casa de Crimson como Will (Si se trataba de un espectáculo de los pequeños “Scarlet” no dudaría en asistir). Era un recital de violín creado en su totalidad por “El maestro Frederick Euterpe”. Llamó a la melodía con un nombre extraño “El caso de Rudolph Cromwell” Cuando comenzó, una misteriosa melodía resonó por la habitación dejando a todos atónitos por lo fino y delicado del sonido que al mismo tiempo evocaba un aura oscura.
La habitación se enfrió de pronto, el agua se congeló y el fuego de la araña del techo se volvió azul. Todo mundo se petrificó del miedo, menos Crimson quien oía la canción como cualquier otra dulce melodía. Freed observó la aprobación de su padre y tocó su violín con más delicadeza y concentración que nunca “Ahora comienza, presten muchísima atención” murmuró para sí.
Como si estuviesen en un sueño tuvieron una visión como una puesta en escena teatral, sin embargo más real que todo lo que les rodeaba. Vieron un cuerpo en el piso, manchado en sangre, letras en lenguaje extraño escritas con la sangre que emanaba del cadáver. Freed había desaparecido y la melodía apenas y se escuchaba, se comenzaron a oír pasos, una mujer entró a la habitación y vio horrorizada el hallazgo. Con un grito llamó la atención de todos: “Señor Cromwell, ¡no!..”
La pobre mucama estaba atónita, pero alcanzó a ver que por el balcón del cuarto escapaba una persona con las manos manchadas en sangre. Casi se desmaya. Cuando el mayordomo llegó a la habitación se mostró estupefacto ante la horrible escena. Tomó fuerzas y le dijo a la mucama que se tranquilizara mientras se dirigió a su amo para tocar su cuello y verificar que efectivamente no tenía pulso.
El viejo Rudolph era un juez retirado, todo mundo lo conocía como uno de los hombres más ricos y poderosos del país, así eran consientes que desde hace años padecía una enfermedad que apenas y le permitía pasearse por los alrededores de su casa. ¿Quién cometería tal crimen contra un hombre condenado a la muerte pronta?
Morris Cromwell, fiscal del condado e hijo mayor del difunto, utilizó todas sus influencias para retrasar la lectura del testamento de su padre hasta dar con el responsable de tal atrocidad. Había oído de un detective reconocido en toda Gran Bretaña, incluso en Alemania y Austria. Su nombre era Jacob Stainer, a pesar de ser un renombrado investigador, muy poca gente le conocía. Morris le contactó por telegrama instantáneamente luego de enterarse de la muerte de su padre, sin embargo éste le respondió enviando una carta con un mensajero peculiar al día siguiente donde decía que por cuestiones de salud no podía acudir a su llamado, pero si le parecía bien su aprendiz podría hacerse cargo.
- ¿Acepta la proposición del señor? - Preguntó el joven mensajero.
- Dígale a su maestro que si tiene fe en su aprendiz, que le envíe con presteza, no tengo mucho tiempo para perderlo.
- No lo perderá Señor Cromwell, mi nombre es Albani Klotz, y prometo en veinticuatro horas tenerle culpable del asesinato tras las rejas.
Sobreponiéndose a la sorpresa, Morris respondió mientras caminaba hacia su coche:
- Bien, eso es lo que quiero, ya que cabe la posibilidad de que alguien le haya asesinado con el motivo de heredar, tenía muchos amigos y familiares cercanos que quizá pensaron que podría dejarles una centésima parte de la fortuna de mi padre, cosa que sinceramente no sería una cantidad pequeña.
- Estoy al tanto de los bienes en posesión del juez Cromwell, aunque, se debe estar en verdad desesperado para asesinar a un hombre de tal avanzada edad y por demás enfermo sólo por dinero.
Morris no contestó nada y condujo hacia la mansión Cromwell. Una maravilla arquitectónica con varios grabados de las aventuras de los antecesores de su familia practicados en algunos muros, una fuente de mármol exquisitamente tallada que representaba el gran símbolo de la familia, se trataba de un águila coronada con las palabras en latín “Benedictionem Cromwell”. Era lógico pensar que la familia estaba bendecida siendo la más poderosa de todo Gloucester desde tiempos antiguos.
Cuando el detective aprendiz Albani Klotz entró en la habitación preguntó si se había movido algo. Con pena, Morris contestó que todo estaba en su lugar excepto el cadáver de su padre, quien merecía se le diese noble sepultura. Sin embargo habían conseguido tomar una foto de la escena antes de removerlo.
Klotz la observó fijamente, el hombre había sido apuñalado en el corazón y sostenía una daga ensangrentada con el símbolo de la familia en la mano izquierda. Dejó de ver la foto y se dirigió al centro de la habitación, donde observó las letras escritas con sangre “Maledicto Cromwell”. Luego preguntó por la daga, la cual estaba en posesión de Morris, éste se la entregó y observó que la frase debajo del águila con la bendición para la familia había sido rayada hasta casi borrarla.
Siguió inspeccionando con cautela la habitación, una mancha de sangre en la puerta del balcón, las sábanas de la cama estaban desordenadas aunque el juez había sido asesinado con sus ropas normales. Se acercó al balcón donde encontró una soga amarrada, también pintada en sangre.
Quiso hablar con los testigos, al primero que interrogó fue a Alphonse, el mayordomo de la casa Cromwell. Un anciano de rostro frío pero de corazón blando que desde su juventud sirvió a la familia e incluso era amigo del juez Rudolph. Su tristeza era visible, pero Klotz no trató de ser considerado con el anciano.
- Señor Alphonse, sólo quiero que me diga lo que vio, sea poco o no tan relevante, dígamelo.
El mayordomo tomó aire y dijo: Escuchamos un sonido tremendamente siniestro, una especie de carcajada en la segunda planta, fue Sophie, la mucama, quien se dirigió primero a ver lo que ocurría, escuché sus gritos y fui tan rápido como pude a la habitación del señor, y vi a Sophie aterrorizada viendo hacia la ventana, vi sangre en el balcón y luego me percaté de lo que ocurría. Fui a comprobar si aún vivía pero no poseía pulso.
- Nada más, ¿no vio a nadie ni nada que le pareciera extraño?
- No, sólo al señor en el piso y la infame frase escrita en el suelo.
Eso fue todo, era claro para Klotz que quien más sabía era Sophie así que sin perder tiempo la hizo llamar y ésta fue a la sala donde el detective la esperaba. Tenía los ojos rojos de tanto llorar y sus manos temblaban.
- Señorita Sophie, me han contado que aparte del cadáver, usted vio algo más, o alguien más.
- Yo no he visto nada de eso - respondió sin verlo a los ojos mientras apretaba con fuerza su pañuelo.
- Pero ¿no estaba usted mirando hacia el balcón cuando el mayordomo llegó a la habitación?
- Solo me percaté de que había sangre en la puerta del balcón, pero no vi nada más - Sophie rompió en llanto con sollozos casi inaudibles.
- ¿Está segura que no vio a nadie?
- Muy segura.
- Bien, puede retirarse.
Morris presenciaba a distancia las entrevistas y le parecieron sumamente cortas pero precisas, como si Klotz estuviera buscando algo específico, como si ya todo estuviera armado y sólo faltase una parte del rompecabezas. Se dio cuenta que era un mejor detective de lo que su apariencia juvenil hacía pensar, era frío como una piedra y así de determinado parecía a cumplir su promesa de que en veinticuatro horas tendría al culpable. Ya habían pasado dos horas, eran las diez de la mañana y Albani Klotz realizaba apuntes en una libreta negra.
El detective escuchó sonido de carruaje y se apresuró a preguntar quién venía, la respuesta fue lógica luego de ver una figura esbelta y pálida que se acercaba a paso lento a la mansión, también tenía sus ojos llorosos y vestía un vestido y un sombrero negros. Morris fue a recibirle con un abrazo. Mientras los jóvenes se encontraban en llanto mutuo, otra persona descendió del carruaje, un hombre alto con la mirada perdida quien también saludó con un abrazo a Morris.
- Ella es mi hermana, Jessica y él mi primo Thomas Canterville, él es el detective Albani Klotz, investiga el caso de papá.
- Gusto en conocerlo - Dijo Thomas mientras estrechaba su mano. Klotz sólo contestó con un gesto. Jessica no dijo nada, se dirigió a la sala inmediatamente.
La joven cautivó la atención de Klotz, Morris era de cabello rizado y oscuro como su padre y era un poco moreno, pero la palidez de la piel de la señorita Jessica daba la impresión que era un fantasma errante, su cabello era larguísimo y liso con una tonalidad naranja que era lo único que parecía tener vida en aquel cuerpo frío.
¿Por qué enterrarían el cuerpo del difunto antes que su misma hija pudiese verlo? La respuesta llegó de parte de la Jessica misma. Klotz la vigilaba mientras ella tomaba una taza de café en la sala cuyas cortinas estaban corridas creando una siniestra oscuridad. Jessica sin dejar de ver la chimenea apagada, habló a Klotz con una voz apagada y dolorosa.
- Es costumbre de la familia no esperar nada para enterrar a un pariente, una vez muerto, sólo se prepara y se entierra en silencio, es parte del ritual que hace que esta familia sea “Bendita” con eternas abundancias.
- Sin embargo - profirió con oscuras intenciones - Lo que está escrito arriba dice lo contrario de su familia.
- No es lo contrario, sino el complemento de la bendición, la segunda parte. Se cuenta que mientras todos los ritos de la familia como el de entierro permanezcan intactos, la familia prosperará, pero cada vez que haya un intruso en la familia, la muerte y desgracia serán los destinos únicos del líder de la generación actual.
- ¿Un intruso? ¿Tiene alguna sospecha del intruso que causó tal calamidad?
- No es un intruso que se haya metido por la fuerza o a escondidas, las puertas le fueron abiertas, cada vez que un Cromwell adopta a un ser ajeno como su hijo y éste lo reconoce como padre, siempre termina causándole la muerte…
La melodía se detuvo, Freed dio vuelta a la página y se propuso continuar su concierto ante los ojos asombrados de todos en la casa del señor cuervo. |