3 LA TRISTEZA DE MI PERRO
Hace cinco días que llueve, llueve y llueve... por la ventana del pabellón todavía puedo ver a mi perro ahí afuera. Desde que nos han recogido de la calle e internado en este hospital, no ha salido de abajo de la ambulancia ni para comer. Está triste... la barbilla contra el piso, los mofletes y las orejas también Y sus ojos de pena, apenas parpadean cuando alguna gota le cae cerca por ahí. . Dicen que la lluvia trae nostalgia, y a mí con ella, aunque no quiera, me vienen pegados los recuerdos... No de parientes ni de amigos porque nada me han durado. Ahora solo se me ocurre evocar a esa gente admirada y por todos reconocida: A los ídolos populares. A ésos que alguna vez admiramos como a semidioses terrenales y que pusimos por delante nuestro como una meta posible de alcanzar. Aunque qué pobres habrán sido mis ganas, si al final quedé así de solo, en un abandono total y sin querer salir de ahí si es que me sacan a la fuerza… Bueno ¡ A no arrepentirse! No sé por qué tomé por ese lado, será porque en estos días comencé a ponerme bastante meditabundo... Será porque me sobra el tiempo tirado en esta cama, sin otra cosa que hacer que mirar por la ventana y ver cómo cae la lluvia, y contemplar esa tristeza tremenda de mi perro… Afuera sigue lloviendo y lloviendo, y yo sigo tosiendo y tosiendo por acá. Y mi perro esperando y esperando desde allá. Cuando por enésima vez acomodo la almohada bajo mi cabeza, él ve que algo se mueve y entonces sí, pesadamente levanta la suya y se queda observándome por otro rato más. A través del vidrio empañado solo seré una sombra para él... Después se cansa de mirarme y se aplasta de nuevo contra el suelo. Porque así está mi perro... Sin dudas que es el mejor amigo del hombre como dicen, hasta presentir todo lo que nos pasa día tras día. Y encima de todo que nos han elegido como sus ídolos naturales…
¡Ay, pobre pichicho mío! ¡Ya comprendo mejor esa doble pena suya , y porqué las está sufriendo tanto así.