Sobre las mariposas una vez alguien me dijo que son hermosas, pero su problema es que para ser mariposa hay que primero ser oruga, enseguida me dijo:- Todas quisiéramos ser mariposas, pero ninguna quiere ser oruga.
Luego carraspeo un poco, como si algo se apretara en su garganta, y me dijo:- pero mi problema es más grande, yo estaría dispuesta a ser una oruga, para algún día despertarme como mariposa y volar lejos de las orugas. Pero yo no seré mariposa, soy una oruga, eso simplemente, jamás seré una mariposa.
Aunque no vi lagrimas arrojarse por sus mejillas, se que estaba llorando y no pude evita r conmoverme.
Un poco por interés y también por el puro animo de consolarla y escucharla, le pregunte - ¿pero como sabes eso? – todos sabemos que las orugas algún día volaran como mariposas.
Ella esbozo una sonrisa de aspecto demacrado, como ahogada. Respiro profundo y con suavidad respondió mis preguntas: - Un día desperté, era mi día, iba a ser una mariposa. No se porque pero mis alas no salieron por completo, mis colores como que se derrumbaron, y el esplendor y la belleza prometida nunca llego.
-Entonces, ¿Si fuiste una mariposa?
- Si, una mariposa frustrada. Respondió ella
- Desde ese día, solo me arrastro entre los arboles comiendo hojas como las orugas.
Cuando termino esas últimas palabras su mirada se quebró y no quiso devolver la del suelo.
Ese día me fui muy entristecido por la pobre oruga.
Mientras caminaba pensé:- “pobre de ella, es como si estuviera apresada. Eso es la frustración, una cárcel injusta de la cual no se puede salir, y si se pudiera no se tiene la fuerza para escapar”
Llegue a mi casa y ese día dormí pensando en la oruga.
Al día siguiente llegue a verla. Estaba con su misma forma de mirar y como siempre arrastrándose y comiendo hojas.
Cuando se dio cuenta de mi presencia, me saludo sin mucho ánimo y siguió en su rutina.
Al cabo de un rato, le pregunte:- ¿Y si fueras mariposa, qué harías primero?
Me miro algo sorprendida, y me confesó que nunca se lo había preguntado. Entonces respondió:- Me imagino que volaría hacia las flores, siempre las he querido visitar.
La mire con ternura y le conteste:- creo que el viento hoy nos acompaña.
Me miro con más extrañeza que antes y me dijo:- ¿Qué tiene que ver el viento?
-¿puedes llegar a una hoja más alta de tu árbol? – Le pregunté
A regañadientes, y sin parar de preguntar de que se trataba mi petición, llego a destino y me hablo con voz prendida:- ¿Ya, y ahora qué?
Me acerque con suavidad, y corte la ramita que sujetaba la hoja al árbol. Entonces el viento hizo su labor y la llevo hacia las flores.
Ella me miro con una mezcla de gratitud y sorpresa. Hablo y jugó todo el día con las flores. Al caer la tarde la tome entre mis palmas y la devolví a su árbol.
Gracias – me dijo, hace mucho que quería hacer esto, volar y jugar con las flores.
Nos despedimos y volví a mi casa.
Al día siguiente, hacia mucho frio y la mañana era penumbrosa en el sereno, de todos modos fui a ver a la oruga, sentía que lograríamos algo interesante.
Al llegar a su árbol, la note algo sorprendida aun por verme. Sin mediar saludos le pregunte:
¿Qué haría hoy una mariposa?
Sonrió, esta vez con mucho más ánimo que antes. Y me dijo:- Una mariposa iría a admirar sus bellos colores en el reflejo del lago.
Vamos:- respondí
Caminamos una media hora por el pantano, cuando llegamos el sol había salido y alumbraba majestuosamente el lago. El sereno había rociado durante el camino a la oruga. Cuando esta se atrevió a mirar su reflejo en el agua grande fue su sorpresa al ver como el sol y el sereno, le entrego la belleza y los colores que siempre ella soñó.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y me dijo:- ¡mira, ahora soy bella!
Tal vez siempre lo has sido:- le respondí.
Y así todos los días empecé a llegar a su árbol gritando alegremente la misma pregunta:
-¿¡Qué haría hoy una mariposa!?
Un día como ya era costumbre arroje mi pregunta. Pero no obtuve respuesta. Y la oruga no estaba ahí. Extrañado di la vuelta y cabizbajo pensé en devolverme a mi casa. Entonces escuche un susurro en la nuca y el susurro me dijo:- a la mariposa le gustaría visitar tu casa.
¿La invitas?
Volví mi mirada hacia atrás, y estaba ella batiendo sus alas y colores frente a mí. No sé porque pero no me sorprendí, y no tarde un segundo en reconocerla.
Una oruga que jamás fuera a ser una mariposa, jamás fue una oruga, siempre fue mi mariposa.
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