Cuando niño devoraba las revistas de súper héroes, así que conocía a todos. Para cada mal, un súper héroe estaba designado. Hasta que conocí a uno que poseía más poder que todos mis súper héroes juntos.

En muchas partes del mundo recibía nombres distintos. Unos lo llamaban Jesús, Jesucristo, Yahvé; en fin, Dios. Yo lo llamaba el que todo lo podía. Me lo imaginaba volando encima de todos los otros, mirando al mundo y designando así las tareas: Tú Superman, intercepta ese meteorito que chocara contra la tierra. Mira eso Acuaman, un tsunami se aproxima a las costas, ¡ impídelo¡. Ironman defiende a ese país de los opresores orientales. Tú y tú van allá. Tú salvaras a esa niña desvalida. Y así cada uno tenia sus tareas.

Misión defender a la humanidad.

Nunca me quedo claro, cual era su trabajo sobre los otros, solo sé al igual que mis súper héroes infantiles, se quedo en la fantasía