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Muy pocas personas sobrevivieron a la segunda noche de los cuervos. El cuervo que causó la catástrofe sabía que los humanos no aceptarían a seres cuyas existencias se habían tornado místicas debido al brote del virus Crimson. Así que extendió sus alas al momento de la explosión y salvó a aquellos que aún estaban cuerdos y que la catástrofe no había trastornado sus mentes. Eran seis pequeñas familias en total y unos cuantos jóvenes, de los miles que habitantes a éstos llevó el cuervo parlante a su castillo en las nubes.

El “Señor Cuervo” desató la verdadera fuerza de la fórmula Crimson que corría por sus venas. Con su mente podía controlar los más pequeños corpúsculos. Llevó el polvo de la ciudad destruida y lo convirtió en ladrillos para su castillo. Voló por campos lejanos para recoger semillas y plantar pastos y jardines. Llevó varios animales para que pastaran. Tomó el agua del mar y quitó impurezas una por una hasta convertirla en un río dulce que daba vueltas alrededor de la isla flotante.

Las personas que salvó estaban tan agradecidas como confundidas ya que tenían todo lo necesario para comenzar una nueva vida, de un modo rústico a comparación de la ciudad, labrando tierras y cuidando animales. Pero nadie conocía quién los había sacado de ahí. Sin embargo, entre ellos había un joven universitario que estaba familiarizado con el trabajo de Blake, su hermano mayor. Crimson lo guió una noche hasta la parte más alta del castillo y ahí se presentaron.
-Soy el señor cuervo - dijo éste que no conocía aún nada de nombres.
- Hola - Contestó asombrado el joven, con una expresión igual a la de Blake - Me llamo Will.
El ave notó el temor de Will y pensó si su mente era capaz de mover partículas, si se esforzaba podía hacer algo más. Cerró sus ojos, y ante el tembloroso joven tomó una forma humana. Parecía una representación de ángel caído, empapado en sangre y con grandes alas negras. El sentido de curiosidad que tiene todo científico respetable, impulsó a Will a acercarse un poco a ver al extraño ente.
- ¿Tú eres el experimento de biología de la escuela?
- Así es, el experimento Crimson.

Will no pudo evitar recordar la horrible muerte de su hermano. Tener que reconocer un cadáver en tal estado fue algo cruel. Pero por eso mismo se decidió a seguir el trabajo ya terminado. Le dijo a Crimson que la fórmula, que ahora era el virus Crimson, era demasiado dañina como para usarla, pero teniendo un portador inmune a los efectos secundarios podía mejorar la fórmula para compartirla con los demás.

Crimson se negó a dar semejante poder a los humanos. Un ave que sólo anhela el cielo no tenía ningún otro tipo de ambición y la capacidad de pensar otorgada por Crimson sólo le permitía los sentimientos de compasión y solidaridad. Pero un humano no tiene ésos límites de pensamiento, por lo que era una locura darles el poder de Crimson. Will no pudo jugar a ser Prometeo, sabía que el cuervo tenía razón, pero hizo un intento más.
- ¿Y si tú enseñas al que lo tenga a usarlo correctamente?
- ¿Dices que encontrarás a un humano que sea inocente?
- Existen, los llamamos niños. No son como los adultos, no tienen la misma clase de ambiciones y tienen la capacidad de aprender y aceptar todo lo que oyen. Si tu les enseñas a no tener pensamientos incorrectos, ellos así lo harán. Estoy seguro.
- ¿Y si no?- dijo el cuervo quien estaba entusiasmado con la idea, pero aún temía al abrumador poder que se otorgaría.
- Dales un límite de tiempo - respondió Will astutamente - Si a cierta edad aún no te convences entonces, quizá para ése entonces ya haya encontrado la cura y les quitaré el virus para siempre y destruiremos lo que queda.

El cuervo acertó. Con ayuda de Will comprendió todo sobre el comportamiento humano, cómo funciona la sociedad y la familia. Se vistió como un conde de época aún cuando Will se burló de él, tomó su sombrero negro y se presentó por primera vez a las personas de la Isla.
- Buenos días a todos - Dijo con la más fina elegancia - Mi nombre es Crimson, el Señor Cuervo que construyó ésta isla.
Todos miraron con asombro y temor las grandes alas que se movían en su espalda, pero su mente asimiló rápidamente lo que oían ya que no sabían qué podía ser más misterioso que una isla flotante donde el día dura más horas que una semana.

Crimson ofreció una cena para todos, el estilo de vida victoriano le había encantado, reunió a todos en una mesa y sirvió la comida en vajilla de plata. Había hecho con su mente humanoides de cera que parecían totalmente humanos, pero estaban vacíos por dentro y todos sus movimientos eran controlados por la mente de Crimson. Quiso conocerlos a todos para elegir a los niños que portarían el virus, pero no pudo separar a los pequeños de sus padres, su corazón no se lo permitía.

Se convirtió en alcalde de la isla, aunque el término era algo inapropiado para su verdadera profesión, parecía más un príncipe fusionado con un presidente de organización filantrópica. Tal rara combinación tenía agradecidos a los habitantes. Con el tiempo fue informado de cuatro huérfanos. Los habitantes deseaban que les ayudara, ya que no tenían nada, vivían solos en una casa, peleando por sobrevivir.

La oportunidad fue aprovechada por Will, quien vio en los pequeños la gran oportunidad de probar su nueva fórmula. Crimson borró todas las memorias de los niños y cuando Will aplicó la nueva vacuna llamada “Scarlet”, Crimson los llevó a su castillo preparando una habitación para cada uno y las muñecas que había hecho serían sus nanas.

Cuando despertaron, los reunió y les contó que eran cuatro niños especiales, que no tenían ninguna familia y que él los había rescatado de un sueño largo y los había llevado al castillo para que viviesen felices. La primera manifestación del virus surgió, A pesar de haber borrado sus recuerdos, entendían el lenguaje y sabían escribir, así que Crimson escribió nombres en las puertas de cada uno: Lucibella Clío, Frederick Euterpe, Charlotte Mneme y Archivald Terpsichore. Los niños se criaron como hermanos y tenían a Crimson por padre. Eran tan juguetones e impredecibles como cualquier pequeño humano.

Odiaban las formalidades así que entre ellos eran Lis, Freed, Archi y Charlie. Llamaban a Crimson por su nombre a pesar del respeto que éste les infundía. Cada uno tenía una personalidad muy distinta y así de diferente era la manifestación del virus en ellos.

Will quedó asombrado con los resultados pues no era lo que él esperaba. La pequeña Lis, una niña de cabello largo y dorado era la más inocente de todas. Era, aunque asombrosa en cuanto a conocimientos, un poco ingenua y era veces molestada, lo que revelaba también lo llorona que era. Con su sólo respirar creaba remolinos de viento y podía pararse sobre una flor como si pesara una pluma. Amaba leer y contar historias y sobre todo cantarlas. Cuando cantaba, místicas luces aparecían y hacían que cualquiera que se sintiera mal, abrazara un aire de alivio instantáneo.

Se podía decir que Freed era lo opuesto, era el más travieso de todos, se ocultaba entre la oscuridad con su cabello negro para asustar a Lis cuantas veces quisiera, así mismo le hacía creer cosas para luego reírse de ella, pero cuando alguno de sus hermanos y especialmente la pequeña ingenua, resultaban dañados o algo les amenazaba, era su escudo protector, curaba sus heridas y los hacía sentir mejor. A pesar de ser el menor, creía ser el mayor de todos y caminaba con la frente en alto imitando a Crimson a quien trataba siempre de engañar con enredados tratos, era todo un negociador. Podía hacer que el clima se tornara tan frío que congelaba el río y rociaba escarcha en el pasto. Ocultarse como si desapareciera era su especialidad. Se ocultaba en la noche y tocaba su violín de una manera tenebrosa para evitar el sueño de la asustada Lis.

La actitud de Freed, a veces molestaba a Charlie, la hermana mayor. Si bien el pequeño los protegía de todo lo malo, era Charlie quien los protegía de las bromas pesadas de Freed. Era seria, elegante y educada. Le gustaba tener su cabello recortado y amarrarlo con un listón, cuando hacía esto, entraba en un pequeño taller a pintar por horas. A veces pintaba las historias de Lis, a veces acompañaba los recitales de Freed con una pintura que se movía. Cuando en realidad estaba alegre, sus pinturas se movían solas y a veces le hablaban. Sólo concentrándose muy bien, hacía que un conejillo saliera del lienzo y saltara hasta que Freed le arrojara agua y éste se deshiciera.

A veces era Archi quien arruinaba las pinturas de Charlie, pero era siempre sin la menor intención. Se movía de aquí para allá con su gorra que jamás dejaba sin parar un segundo y siempre se veía envuelto en desastres. Tocaba hierbas venenosas que provocaban sarpullido o jugaba con serillos y quemaba un granero. Tenía más energía que todos en la aldea y así era su fuerza. Parecía el hombre de acero en miniatura, cargando incluso carretas con sus manos. Le era problemático el hacer trabajos delicados e incluso jugar sin lastimar a alguien o a sí mismo era difícil. Pero Crimson siempre le ayudaba a contenerse y a controlar lo que inocentemente llamaba “Lo que me hace especial”. En su corazón Crimson sabía que esto era la fórmula Scarlet.

Will no sabía que pensar, la fórmula estaba hecha para incrementar el poder cerebral así como lo hizo con Crimson, pero no lo hizo así, sino les otorgó extrañas habilidades como las que se manifestaron en la noche de los cuervos. Pensó que lo que pasó ahí no fue un error de fórmula, simplemente es así como funciona en humanos. Se dedicó a crear la cura para ella con la esperanza de no tener que usarla en los niños. Al igual que Crimson, esperaba que ellos fuera el ejemplo perfecto de que no era dañino compartirla con el mundo. Cuando veía a Lis cantando para curar el dolor de os animalitos del jardín estaba seguro, ver cómo Charlie hacía salir dragones de un lienzo le asombraba, ver a Archi abrazando un árbol y arrancarlo de raíz hacía dudar a cualquiera y sin duda ver cómo Freed desaparecía para amarrar el cabello de Lis y Charlie con hielo era poco esperanzador.

Crimson veía paciente cómo crecían sus hijos adoptivos, con el temor de que le guardaran rencor cuando alcanzaran los diecisiete años y tuviera que elegir si era correcto o no usar la fórmula. Quería que sus hijos no fallaran y que aún a esa edad se conservaran inocentes y la ambición y el poder no los corrompieran. Pero tener que dar la fórmula a todos los humanos le daba temor.

Así comenzó la espera por saber si el virus era una enfermedad o una cura para la humanidad, toda la esperanza recaía sobre cuatro niños que crecían jugando sin saber nada de lo que les aguardaba.

Texto agregado el 31-03-2013, y leído por 156 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-04-2013 Muy buen relato, me gustó haberle leído. Un saludo cordial.***** Mayte2
02-04-2013 ¡Qué relato extraordinario!!! Fascinante en verdad.***** MujerDiosa
01-04-2013 Que buena imaginación hermano. Tintes de aventura épica. Me gusto Lis, por lo de la lectura. Un abrazo!!! Cinco aullidos intrigados yar
 
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