La madre de Max pasó frente a la puerta del cuarto de su hijo y lo escuchó cuchichear. Se acercó más a la puerta para oír mejor. Estuvo a punto de entrar; mas al recordar que el doctor le dijo que aquello no era algo malo, desistió de hacerlo y se alejó.
Dentro del cuarto, Max conversaba con Antony. Estaban uno frente al otro, sentados en el suelo sobre almohadones; Max le daba la espalda a la ventana. Fuera ya estaba de noche y llovía estruendosamente.
- ¿A qué podemos jugar ahora? -preguntó Max, con el entusiasmo que suelen tener los niños.
- A ver… ¡Ya sé! Juguemos a asustarnos -propuso Antony.
- ¿A asustarnos…? ¿Cómo?
- Tú intentas asustarme diciendo lo que se te ocurra. Después me toca a mí.
- Está bien. Eh… te voy a contar un cuento de terror que nos leyó la maestra.
Max le narró el cuento de terror a su manera; Antony lo miraba sonriendo, sin la menor mueca de miedo.
- No me asustó -afirmó Antony-. Ahora me toca a mí: Max, en la ventana, del lado de afuera, hay una cosa que te va a asustar tanto que vas a gritar. Mira… ahí está, te está mirando. Ahora está abriendo la boca como si te fuera a tragar la cabeza. Ahora está lamiendo el vidrio. ¡Mira hacia la ventana! No es mentira, está ahí y es un monstruo horrible, ¡míralo!
- ¡jah…! No voy a caer en eso, yo no soy bobo. Ya no soy tan chico como para caer en eso.
Antony sonrió más, e inmediatamente después empezaron a golpear la ventana. Max abrió más sus ojos y comenzó a voltear lentamente. Por el rabillo del ojo vio que había algo y, al mirar mejor dejó escapar un agudo grito de terror. Tras la ventana, saludándolo con una mano que se parecía más a la pata de un animal, había un monstruo deforme maquillado como un payaso.Aquel payaso monstruoso enseñó unos dientes podridos al sonreír fieramente, y con la mano-pata dio otros golpecitos al vidrio.
El niño apartó su aterrada mirada de la ventana y miró a Antony, y éste echó la cabeza hacia atrás hasta que ésta quedó en la espalda, fuera de la vista de Max. Después la fue enderezando hasta que quedó sobre sus hombros, y ahora era igual a la del payaso monstruoso. Miró furiosamente a Max, luego salió corriendo para desaparecer al atravesar una pared como si ésta no existiera.
Tras escuchar los gritos la madre del niño entró de golpe al cuarto, y lo encontró temblando de miedo y gritando:
- ¡Antony me asustó mucho! ¡Es malvado, ya no quiero jugar con él!
- Mi vida, Antony no existe, tú te lo imaginas, es tu amigo imaginario desde que nos mudamos aquí- quiso hacerlo entender su madre.
Max se quedó paralizado, sin escuchar a su madre, levantó lenta y temblorosamente su mano, señalando con el dedo índice hacia la ventana. La madre, volteó a ver hacia donde le indicaba su hijo. Al momento, ella abrazó al niño, protegiéndolo, al mismo tiempo que los dos gritaban, aterrorizados por ése niño...muerto.
La policía, días después, encontró a la madre muerta, con señales de tortura. Y en cuanto al niño, lo descubrieron junto a su madre, aún vivo, pero eso sí, completamente loco. Lo único que logra pronunciar es: "Antony es muy malo, ya no quiero jugar con él. Miren, ahí está..."
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