Horas gasté frente aquella vitrina
una obsesión casi enfermiza
me hacía caminar dos cuadras de más
para ir a mirarlos.
Desafiantes, provocadores
uno frente al otro, casi besándose
sin importar cuánto testigo, cómplice
ó celador custodiara aquel lugar
De impecable lustre,
Su brillo reflejaba la angustia de mi rostro
aún así, no eran más que dos lacerantes inquisidores
para mi parca billetera estudiantil.
Hasta que… les llegó el día
juré tenerlos en mi escaparate
y no es cuento, ahí quedaron
cuando las heridas que dejaron en mis pies, perduraron por un mes
Texto agregado el 28-03-2013, y leído por 158
visitantes. (3 votos)
Lectores Opinan
29-03-2013
Bueno amigo, al menos cumpliste el anhelo... dolorosamente. Un abrazo!!!
Cinco aullidos yar
28-03-2013
Ah ¡quién no ha deseado alguna vez un par de esos que te hacen soñar! Me gustó el despliegue que haces por ese "tu"andar Vent
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