Estábamos decididos, pues aquella noche de luna llena marcaría nuestra historia.
Pienso aveces que los adolescentes cometen locuras, pero más lo son cuando escudriñamos dentro de lo desconocido.
Preparados por más de tres meses nos reuníamos a practicar la ouija en el cementerio de las ánimas, convencidos de que lograríamos hacer contacto nos sumergimos bajo ese mundo lleno de misterios.
Carlos traería velas rojas, Gabriel las blancas y Valeria la sal que nos protegería, por mi parte llevaría la tabla llamada ouija. Después que el sol se escondiera nos ocultamos entre las lápidas para que los guardias no nos descubrieran y nos expulsaran a patadas, era una oportunidad para demostrarles a los demás que se burlaban de nosotros de que los espíritus si existían.
Vimos una pileta, parecía el lugar indicado para iniciar la ceremonia, ordené a Valeria que hiciera un gran círculo de sal, Carlos y Gabriel tendría que poner las velas en el orden rojo, blanco y rojo, las cuales sumaban un total de 14 velas que tendría que estar dentro del círculo para hacer más efectiva la comunicación con el más allá.
Ya preparados psicológicamente colocamos la tabla al centro de nosotros y empezamos la sesión:
-Coniungi hic incipiunt postulare ut liceret rituali.
- Si estás allí rogamos que te nos presentes. mencioné esperando recibir respuesta.
-Requerimos la presencia de vuestra alma para saciar nuestras dudas con conocimiento astral. grité algo decepcionado porque aún no recibíamos señales.
No recuerdo cuanto pasamos preguntando, solo sentíamos frío hasta el punto de congelarse nuestros huesos. Decepcionados caímos en desesperación, nuestros largos meses de esfuerzo no sirvieron para nada, Valeria indignada apagó una vela, Carlos gritó al cielo - ¡Almas en pena que lástima me dan por que ya no pueden vivir el placer como un ser vivo! escupiendo hacia una lápida.
Valeria empezó a vomitar junto con Gabriel, y justo antes de que se apagaran nuestras velas aparecieron tres sombras, encerrados en el círculo en plena oscuridad nos sentimos inseguros a pesar de que estábamos protegidos se nos presentó un Poltergeist, piedras se nos lanzaron hasta que extrañamente lograron entrar y dejaron inconsciente a Gabriel, Carlos salió corriendo hacia el oeste. Valeria y yo corrimos de forma desesperada hacia el sur.
Paramos detrás de una especie de casa que no dejaba de ser una tumba y Valeria mencionó tristemente - no me dejes sola, tengo miedo y eres el único amigo que me sabe cuidar.
Decidido comprendí que todo esto era mi culpa y...
¡AH! gritó nuestro amigo Carlos, pues algo le había ocurrido pero la oscuridad no nos revelaba lo que sucedía.
Corrimos hacia la puerta en búsqueda de ayuda. Tomado de la mano junto con Valeria nos sentíamos seguros, hasta que se le desabrochó un cordón de la zapatilla y nos soltamos, le dije que me esperara pues ya estábamos cerca del guardia, al llegar allá fui regañado pero inmediatamente le pedí ayuda para asistir a mis amigos y accedió. En ese momento me dí cuenta que Valeria Había desaparecido.
Buscamos desesperadamente a mis amigos, con regularidad los guardias me preguntaban si estaba seguro de que había venido con otras personas. Al amanecer me devolví hacia mi tabla y una sensación de tristeza me hizo mirar hacia la derecha, pues allí estaban mis amigos, habían sido lanzados a un agujero como si ellos fuesen los dueños de esa tumba, feliz bajé para despertarlos, pero ninguno de ellos presentaba señales de vida.
Desde aquel entonces, mis noches no son iguales. Sé que mis amigos me llaman a susurros, demuestran su desprecio hacia mí, pero ya no puedo hacer nada por ellos, indignado me queda seguir esperando por muchos años encerrado en el manicomio... |