Una canción, un elemento profundo nos unió, fue quizás la brisa inquieta que beso nuestros nombres con su suave estar. Hoy somos dos almas sin fuerzas, agotados vagamos por el mundo. En tren, en avión o en ómnibus, todo es superfluo.
Una vez existió ese gran amor hace un tiempo que partió, fue en un buen momento, fue en un tiempo remoto que murió ayer cuando no supimos ver la realidad. Ahora solo somos pequeñas valijas que van y vienen desordenadas, con baratijas coleccionadas… ¿para qué? es que nada lo vemos igual, y no lo es.
Ayer te amé y tú a mí, pero el silencio nocturno nos mató. Tú caminabas en un tren de mil promesas sin cumplir, y yo, esperando la vida te vi correr.
No le preguntes al sol, ni al sabor del café, ni a la conciencia que poca veces despierta, cada cual debe saber cómo es.
A mí me falta voluntad, también me lleva la ansiedad, sé que jamás volveremos a ser aquellos enamorados.
En mi pupilas quedaran los sueños que nos vio nacer, en mis recuerdos vivirás eternamente. Yo te prometo ser feliz en algún nuevo amanecer. Cuando al fin pueda sentir que aún estoy viva. No sé si tú podrás hacer una fogata del ayer, quemar nuestro querer, quizás todos lo que vivimos sin saber que era nuestro.
Lagrimas afloran al volver de mi tertulia con mi piel mi verdad y corazón… te aseguro amor, serás eterno en mí.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI. |