No puedo pelear más con esta promesa,
a sabiendas que me sigues, tengo miedo
y debo aceptarlo, porque me carcomes la mente.

"No voy a decirlo, pero lo sabes"...

Llevo el temor de despertar
con la certidumbre de todo,
de aceptar que me sigues a la distancia...

La distancia prudente de venirme leyendo,
para no exponerte más al fuego que guardo
y me viene consumiendo; a la soledad le escribo.

Este sentimiento de impotencia me acompaña
desde el día de tu partida voluntaria al menos de tu parte,
sabes que sigo con las pastillas, porque no concilio el sueño.

Floto y me mantengo con las manos ocupadas
sólo por no volverme loco pensándote tan a menudo,
pero en estos días de certeza absoluta, pierdo el control.

A sabiendas de tus pasos tras de mi,
de tu paso tras mis letras, y tu sombra
tóxica, aún te respiro... Es un regalo con tal de no olvidarte.

Pienso, pienso, pienso... Escribo ideas difusas,
nada especiales pensamientos que te circundan,
y me extraño de seguirte contemplando,
aún mis letras buscan tus ojos... Esperan por ellos.

...Tanto tiempo después de que has desaparecido,
y sólo queda tu fantasma merodeando por mis textos,
donde me sigues paso a paso, letra a letra, desde tu espejo y tu mundo inexplorado,
inconcluso y cambiante, como tú.