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Catman

La casa junto al pantano

Capítulo 6

Tal y como lo tenía previsto, mintió al señor Tyson con respecto al paradero de su tío.
El hombre se sorprendió ante tal inesperado viaje de Edward, ya que no sabía que éste tuviese un hermano aparte del padre de John. En realidad no lo sabía, porque Edward tampoco había tenido un segundo hermano.
Por otra parte, informó al joven que en caso de que su tío se demorase en regresar, debería contratar a otra persona para realizar el trabajo que Edward había debido abandonar tan repentinamente, al menos hasta su regreso.
Por consiguiente, esa parte del plan de John ya estaba cumplida.

Más tarde se enteró de que la policía, que había sido alertada por alguno de los parroquianos que notaron su ausencia, se encontraba a la búsqueda del médico del pueblo.
Al inspector Morris se le hacía extraño que el hombre hubiese desaparecido tan repentinamente, cuando su carruaje aún con el caballo asegurado al mismo, se hallaba a la entrada de su domicilio.
Pensó que el facultativo tal vez estuviese atendiendo a algún paciente, pero nadie supo darle alguna señal al respecto.
El inspector Morris, que llevaba varios años trabajando con las fuerzas de la ley, se había convertido en un hombre bastante escéptico y el caso no terminaba de convencerlo, nadie desaparece así como así sin dejar rastros. Sin embargo, al cabo de algunos días supuso que el médico había abandonado el pueblo, calculando que podían haber sido varias las razones para ausentarse de manera repentina y abandonó la investigación.

Cuando John regresó a su vivienda, lo primero que hizo fue encaminarse hacia el sótano para comprobar el estado de Edward.
Una vez más, la ira de aquella madrugada, había hecho presa del hombre que caminaba de un lado a otro por el recinto, enfurecido y gruñendo como animal salvaje.
Se dirigió a la casa y luego de preparar algo para comer, llevó un plato con alimento hasta el sótano y se lo alcanzó, pensando que esa extraña enfermedad le provocaba un apetito insaciable.
Lejos de aceptar la comida, Edward arrojó el plato contra una de las paredes, haciendo notar que no era eso lo que esperaba.
Probó con todo lo que tenía en la casa, trozos de carne vacuna y de cerdo sin cocción, imaginando que lo que el hombre deseaba era carne cruda, pero en ninguno de los dos casos su tío aceptó aquellos comestibles.
Horrorizado, comprendió que Edward necesitaba carne humana como sustento y recapacitó que el asesinato del médico, ya había sido más que suficiente para agravar la situación, prometiéndose que eso jamás volvería a ocurrir.
Se devanaba los sesos en la búsqueda de una solución al problema. Fue entonces cuando la idea de tomar algún cadáver del cementerio, se tornó cada vez más persistente en su cerebro, eso podría remediar la situación.
No dudó en pensar que sería una grave falta de respeto hacia el difunto y un total sacrilegio de su parte, pero: ¿Qué otra opción le quedaba? El tío Edward debía comer, y John no estaba dispuesto a dejar morir al hombre por inanición.
Con el correr de los días, lo que le había parecido una horripilante abominación, se fue convirtiendo en algo casi rutinario, y el tío Edward podía disfrutar de la nauseabunda comida, casi todos los días.

---0---

Ahora estaba a punto de romper aquella promesa, no tenía más opción para salir de esa encrucijada, en el cementerio ya no quedaban “víveres”, como él llamaba a los cuerpos que exhumaba, y de alguna manera debía remediar ese inconveniente.
Aquel indigente que había visto en el callejón junto a la pared del edificio del periódico, debía ser la solución.
Lo poseyó un sentimiento de culpa cuando siendo cerca de la una y cuarenta de la madrugada, llegaba al lugar empujando la vapuleada carreta, y también un mal presentimiento recorrió su mente.
A sabiendas de lo peligroso de su incursión, dejó el carromato a varios metros del lugar y se acercó sigilosamente hacia donde se hallaba el vagabundo.
El hombre, acostado sobre el trozo de tela que previamente había tendido en el piso, dormía profundamente roncando de manera entrecortada.
No lo pensó dos veces, con el canto de la pala que usaba para extraer los ataúdes del cementerio, aplicó un fuerte golpe sobre la cabeza de la víctima, quien dejando escapar un ronco gemido quedó de espaldas sin conocimiento.
Aproximó el carromato y no sin cierto esfuerzo cargó al hombre sobre el vehículo, sin olvidarse de colocar también sus escasas pertenencias.

A la una y cincuenta, ya se hallaba de camino hacia su vivienda.
En verdad, aquello había sido más sencillo de lo que él imaginaba, no era tan difícil cometer un acto de esa naturaleza, y además se evitaba la pesada tarea de cavar las fosas para extraer los cadáveres que necesitaba.

Ya con el cuerpo inerte fuera de la carreta, lo arrastró hasta el lugar en que se hallaba Edward, dejando al desdichado vagabundo a merced del horripilante ser.
Le dio la sensación de que su tío se había complacido en extremo al haber notado que se trataba de un ser viviente del cual podría extraer carne fresca, y de inmediato puso manos a la obra colocándose de rodillas junto el exánime cuerpo, para dar inicio a su repugnante tarea.
Al mismo tiempo que la bestia lanzó la primera mordida, el indigente dejó escapar un grito de dolor, el cual en forma de eco repercutió en todo el recinto. A partir de ese momento, la vida del pobre hombre no valió siquiera medio penique.

John abandonó el sótano, no quería seguir presenciando el accionar de su tío. ¿Para qué? Ya bastante tenía con ver esas imágenes repetidamente en sus pesadillas.
Solamente le restaba esperar hasta el momento de la limpieza del lugar.
La funesta realidad hizo ahora presa de sus pensamientos.
Había solucionado el problema de esa noche. ¿Después qué? Al día siguiente, el tío Edward necesitaría seguir alimentándose. ¿Debía cometer otro crimen similar al que ya había perpetrado? ¿Acaso debía acabar con la existencia de todo el pueblo? ¿Y luego? ¿Continuar con la búsqueda de víctimas en otra región?
En un acto de abatimiento se tomó la cabeza con ambas manos, sabía que si proseguía con ese accionar, tarde o temprano sería descubierto, y un crimen de esa clase lo conduciría al cadalso.

Trató de quitar ese pensamiento de su mente, ahora debía concentrarse en la limpieza del lugar en que Edward se hallaba confinado, soportando los fétidos hedores que reinaban en el recinto.
Supuso que luego del descanso, en la mañana y con el ánimo más sosegado, tal vez lograría hallar una vía de escape al problema.

Se hallaba dentro de la tina de baño cuando las palabras del señor Tyson se hicieron presentes en su memoria, tal vez el contacto con el agua, había logrado que cuerpo y mente se relajaran, logrando crear un paréntesis a la angustia.
“No me gusta entrometerme en la vida de nadie, John,- Había dicho el dueño de la talabartería. “Pero nos conocemos hace ya un tiempo y me atrevo a preguntar: ¿Qué esperas para hablar con esa joven y pedirle una cita?”
“Verdaderamente”,- se dijo, -“¿Qué estaba esperando? A fin de cuentas que siendo su vida un suplicio. ¿No tenía derecho a un poco de felicidad si llegara a lograr que la joven Annette correspondiese a sus deseos?”
Ese pensamiento logró hacer que su descanso fuese más tranquilo, y que las horribles pesadillas se alejasen de sus sueños esa madrugada.
En el siguiente día, tal vez las cosas cambiarían en algo la atribulada vida de John Sanderson.


Continúa...

Tanto el nombre de los personajes como la historia aquí narrada son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad, con personas vivas o muertas, es pura coincidencia.



Texto agregado el 25-03-2013, y leído por 249 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
01-04-2013 La entrada del inspector Morris es el toque de aventura y misterio que faltaba. Es un Karma eso de la extraña enfermedad, y lo más triste del caso es que a fuerza de la costumbre, el sobrino empieza a tomar esa “misión” como un empleo rutinario. De verdad amigo, me asombras. No sé de dónde pares esas ideas, pero son terroríficas. Tu narrativa, nada que envidiar a nadie. Es cuidadosa y bien llevada. Un abrazo y con toda la angustia encima, espero el siguiente capítulo. SOFIAMA
29-03-2013 cruel decision la del pobre Jhon...atrapante!!! fabiandemaza
27-03-2013 Me da mucha pena de John, ha vendido su alma al diablo, ya nada es como antes. 5* eti
26-03-2013 Rumbo a un desenlace lleno de incógnitas ¿ que ocurrirá? , seguramente algo inesperado, sigues atrapando en tu trama (´ºÇº`)- =D mis cariños dulce-quimera
25-03-2013 Muy complicado está todo. Un capítulo lleno de interrogantes, el misterio y el horror continua...***** girouette-
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