Algunos días la heladería me recuerda a la torre de Babel, esa fabula bíblica que en un momento todos los que estaban trabajando en la construcción de la torre hablaban en diferentes idiomas. Resulta que a lo largo de estos años, hay días en que se da una combinación extraña: Brasil + Argentina + Italia+ Alemania, esto es gente que trabaja, ni hablar de los clientes, entonces nos comunicamos en portugués, español, alemán e italiano, o en su defecto cuando se nos acaban los idiomas porque no todos hablan todas las lenguas obviamente, recurrimos al infalible lenguaje de señas. Si a eso le sumamos que el lenguaje que usamos para los pedido son códigos, terminamos pidiendo cosas tan inverosímiles como un café en un cono de helado. Esto hace que trabajar muchas veces sea divertido, aunque agotador porque la mente permanentemente esta exigida aunque es un ejercicio que la mantienen activa, porque va y viene de un idioma al otro permanentemente. Es sorprendente como uno responde instintivamente, sin necesidad de pensar las respuesta, en cualquier.
Igualmente es maravilloso el ambiente de trabajo que se logra, a pesar del stress he conocido gente maravillosa, con la que me da placer estar y espero que los vínculos creados perduren en el tiempo.