Hasta qué punto los preceptos de la sociedad en la que uno se ha criado nos condicionan, es como que uno tiene la obligación de vivir una vida similar al resto de las personas. Vamos al colegio hasta una determinada edad, luego la universidad y trabajar, mientras tanto encontrar un novio o una novia, llegado el momento casarse, fundar una familia, tener hijos, comprar un auto y el perro. Aja… y por supuesto ser una buena madre, ejemplar esposa y excelente ama de casa, todo esto sin descuidar el trabajo. Siempre con una figura de modelo porque sino ya no hay lugar en la sociedad. Mmmmm, no me gusta. Decidí armar las valijas y al mejor estilo de los cuantos que leía cuando era niña, “Elije tu propia aventura”, aquí estoy, viviendo el día a día, que va a pasar mañana? No sé… Y pasado… tampoco… se verá sobre la marcha. Por supuesto que tengo mis sueños, mis proyectos, metas… pero es como una gran lista de opciones. Si sucede A, entonces deberé hacer B. O en su caso deberá ser C, o D… Según como gire el mundo. Antes me daba cierta aprensión decir que mi mundo estaba en una valija, ahora lo pienso distinto, pues tengo la valija lista para donde me lleve la próxima aventura, hasta el próximo puerto, hasta que encuentre ese lugar donde amarrar. Mientras tanto el mundo sigue girando, y yo lo acompaño con todo placer.