No lo tomen al pie de la letra. Leer desde el humor.
El tiempo es soberbio, veloz, se escurre con la agilidad del viento, pasa sin mirarnos, nos contagia su apuro, hasta que llega un momento en que nuestro cuerpo decae, la lentitud se hace parte de nuestro diario vivir y contemplamos más profundamente lo que nos rodea.
Allí revelamos que el tiempo, no actúa solo, tiene socios reales, visibles, uno de ellos vive cerca nuestro, no practica la ternura, ni la delicadeza y de tan sincero; duele.
El aliado del tiempo, realiza su misión sin preocuparse si hace daño, es un lacayo que cumple lo que su amo le ordena.
He descubierto que el socio sabe engañar, acostumbra a regalarnos una fruta sabrosa, nos hace sentir bien y detrás de ese bienestar que en realidad es una pantalla, es el tiempo el que actúa dejando caer su hiel y aquella fruta cambia, nada es igual, ni el sabor ni el color.
El tiempo contamina todo lo que toca y en su velocidad, aquella fruta, pasa a ser recuerdo.
Este aliado al que llamo verdugo del tiempo, lo encontramos en todas partes. Imposible quitar su presencia de nuestra vida, lo encontramos en cada vivienda, en la estación del tren, en la oficina, hasta en el baño, ya lo habrán adivinado, el socio cruel del tiempo, es el espejo.
|