Como ya era habitual, fui a hacerle una visita.
Era difícil saber donde se encontraba, puesto que dependiendo de la época y el momento, vivía en un lado o en otro.
Al cabo de los lustros conseguí darme cuenta de que la única manera de hallarlo, era dejándose llevar por los instintos naturales que uno mismo poseía, abandonarse a la ambición de los pies inquietos y deseosos de aventura hasta encontrar el camino correcto.
Eso fue lo que hice hasta que topé con él.
Al parecer, ahora vivía en una humilde casita de madera situada en el centro de una extensa y solitaria pradera verdosa.
Se llama Azabec Dipreda, y era muy viejo, hasta tal punto que su edad era incalculable, sin embargo, conservaba su espíritu juvenil en cada centímetro de su alma.
Las leyendas contaban que la fuente de su juventud era su sabiduría, extensa como la historia de la humanidad.
Aquella tarde de invierno, me senté a su lado, con un té caliente y humeante y le empecé a explicar la historia de una bella chica que había conocido una vez a la rivera de un río muy lejano.
Le conté la perfección que aquella mujer poseía: su mirada cálida, su voz dulce, su piel suave, sus ojos color miel...
Continué relatándole la aventura de amor que surgió entre nosotros dos y que acabó tan bruscamente como empezó. Ella me había engañado, y no solo eso, me acusó de haber provocado nuestra ruptura. Con ella no solo me abandonó su esencia, también se fueron los bellos días de verano, las noches de pasión desenfrenada y las miles de horas pasadas acurrucados entre las sábanas.
Tras acabar mi relato, el anciano me miró con sus ojos color azabache y con su voz grave me dijo: "Desde mi humilde opinión, ella te quitó mas de lo que te dio. Pero no por ello carga con toda la culpa de la relación fallida, tu colaboraste en ello también. Tuviste una temporada de ceguera mental dada por la admiración de alguien que creías que era perfecta, sin parate, por ello, a prestar atención a sus fallos. Muchas veces, la idealización termina siendo el resultado de la falta de objetividad, y eso, no siempre trae buenos resultados."
Aquellas sabias palabras calaron en cada parte de mi existencia y me hicieron reflexionar sobre mi vida durante todo lo que quedaba de la tarde...aun incluso, cuando el anciano ya se había alejado de mi lado.
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