Hoy de regreso del tepuy después de 5 días caminando,
jugando al explorador,
como niños que se lanzan en patineta por una bajada,
como boy scouts en misión de supervivencia,
como rememorando antiguos exploradores europeos de nombres impronunciables,
como celosos ecologistas que desean preservar un ecosistema frágil,
como aventureros que desean desgarrar la virginidad de un territorio inexplorado,
como místicos que desean encontrar un lugar sagrado para meditar,
como atletas que desean alcanzar su mejor record,
como científicos que intentan explicar los origenes geologicos,
la flora prehistorica,
el endemismo de las especies,
como mineros fascinados por la historia del dorado y se afanan buscando un palacio de riquezas minerales,
como antropólogos novatos queriendo descubrir las raíces de una cultura indígena hoy cubierta con el pegostoso barniz evangélico,

me pregunto...

¿que he venido a buscar en 6 visitas a Roraima en los últimos 16 años?
no es la geología,
ni la paleontología,
ni la minería,
ni la ecología,
ni el deporte extremo,
ni la religión,
ni el tecnicismo lo que busco...

¿que es entonces?

sentado a solas con las estrellas y los cocuyos Roraima me responde:

Has venido a descubrir el código genético de tu propia existencia,
porque Yo,
Roraima,
la madre de todas las aguas,
el árbol de la vida,
la isla del tiempo,
conozco toda tu historia,
la de los tuyos,
la de los que han vivido y de los que vivirán,
porque soy mas antigua que el mas anciano de los hombres,
soy anterior al recuerdo mismo,
pueden destruir mi piel vegetal que me recubre,
pueden descubrir y robar algunos de mis tesoros,
pero mi corazón es tan antiguo como la tierra misma
e indestructible como el mas grande los diamantes.

A todos los seres vivientes he visto nacer, crecer y morir,
los hombres vienen a mi como el niño que va al encuentro de la madre que nunca imaginó tener,
como el cachorro en busca de teta,
como el sediento a la laguna,
yo los cobijo y aún entre el frío de mis brazos de cristal
y las notas heladas de mis canciones de viento
los hombres sienten la calidez de mi corazón,
el corazón de la tierra,
el corazón de todo lo vivo,
el corazón de todo ser,
en mi palpita la vida,
no la del día a día que se construye y destruye a si misma,
sino la vida en esencia que se yergue invencible,
con armonía y equilibrio hacia las estrellas del firmamento infinito.

Así que no importa el motivo por el que vengas,
todos son una excusa para mi encuentro,
mi llamado es el llamado de la madre de la tierra,
aquí estoy para contar sin palabras la esencia misma del mundo.

Muéstrame al mundo y llévame contigo en tu corazón
y recuerda que todos los caminos conducen a mí.