Atornilló sus sueños
en la casita del árbol,
la víbora de la memoria
le ofreció su manzana.
Despertó tras el parpadeo,
la lagaña misteriosa
de noches en llamas,
serenata de espectros incomprendidos.
Cerró la ventana opresora,
sus grandes tarugos
desangraron la madera,
alimentaronse de su sabia,
pura e inocente.
Cruje el roble podrido,
se estremece,
cuando roen su entraña.
Ante la gran hoguera
el dióxido de carbono
ve comedias en las plazas.
se ríe, juega, danza,
se moja, se cansa, se duerme,
llora y muere.
Rosas de sangre
acarician el asfalto,
transitado por almas en pena,
interminables cadenas
que nunca cauterizan,
la briza matinal las abre,
deja fluir los sueños
de estas décadas.
Una madre juega ajedrez
sobre tumbas ignotas,
mientras el susurro del poeta
desnuda pétalos blancos
en su regazo.
Se ríe, juega, danza,
se moja, se cansa, se duerme,
llora y vive. |