Somos todos del mismo lado,
enrejados, tapiados, obedeciendo mandatos,
latiendo de distintos colores,
somos iguales, más altos, más bajos,
más torvos o de risa fácil,
nadamos en el hielo, en la caldera,
en mares anchurosos o en la inopia,
celebramos y festinamos flameando banderas,
somos distintos y tan iguales,
unos en el llano, otros en la serranía,
algunos en los bosques, los más, en la miseria.
Somos hermanos, soberanos,
vendemos y compramos, nos fían, nos quitan,
faltan leguleyos para tanta injusticia,
somos obreros de la existencia,
transhumantes del destino, falsificamos sonrisas,
orgullosos de ser lo que somos
y con los harapos colgando.
Nos reunimos, de tarde en tarde,
jugamos a ser parientes, y tal como corresponde,
a nuestras espaldas nos odiamos,
nos convencieron a todos que somos grandes
es grandeza tan inflada
como el confite de cabritas,
al instante volvemos a lo mismo,
cada cual en su covacha.
Lo dijo Bolivar, que fuéramos unidos,
trenzadas las manos y corazones,
la valentía no es ganarlo todo
sino derrotar la propia arrogancia,
el negro, el indio y el rubio,
casi necesitan lo mismo
pan, techo y abrigo,
hermandad sincera y del alma,
abramos fronteras y puertas,
brindemos por ser iguales,
ni tanto es uno ni tan poco el otro,
sino marionetas de los grandes,
hagamos la guerra, claro que sí,
pero a la intolerancia y al orgullo,
nuestra casa es tan grande, tan imponente,
cabemos todos felices…
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