Cuentan los antiguos que quien te toma una fotografía se adueña de tu alma.
En las prisiones del desierto de tinduf el que deje caer sobre la cabeza de otro, el pétalo de cierta flor se convierte en su amo en el instante.
Está también en Guernsey, una isla llamada Sark, cuya cárcel solamente es capaz de albergar a dos personas.
Si me sacás la foto, si me arrojas la flor, si me llevas a Sark o si anotás un día mi nombre en un papel y lo dejas que corra con el agua de la lluvia que bordea las veredas, ya nada de eso importa.
Soy completamente tuyo