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Catman

La casa junto al pantano

Capítulo 3

Optó por cenar menos cantidad de alimentos que en noches anteriores, y se conformó con un pernil de pollo y una patata hervida, ya que al final de cuentas, si volvía a sentir náuseas al ver a su tío en la repugnante tarea de comer restos humanos en estado de descomposición, eso lo haría vomitar una vez más, y dejaba en su estómago un desagradable malestar que en algunas oportunidades tardaba más de un par de horas en que llegase el alivio.
Por otra parte, decidió marchar al cementerio más temprano que lo habitual, dado que por la falta de descanso había llegado tarde a su empleo ese día, y no deseaba ponerse en difícil situación frente al señor Tyson, y mucho menos que por un mal comportamiento, éste lo despidiese perdiendo así su trabajo.

Ahora, John Sanderson se enfrentaba a otro problema que días atrás había comenzado a preocuparle y que aún no sabía cómo solucionar.
Había adquirido la costumbre de hacer una marca en cada una de las fosas que profanaba, de esa manera sabía cuál era en la que no debía excavar, puesto que ya había sido descubierta.
¿Cuántas tumbas había violado a lo largo de dos meses? Más de cincuenta, con toda seguridad, y el tema era que casi no le quedaban más cuerpos por desenterrar. Las personas no mueren todos los días, eso era un hecho, y remover fosas muy antiguas era un despropósito total, en esos cadáveres seguramente y por obra de los gusanos e insectos, ya no quedaba carne.

Se ayudaba con una cuerda de yute para poder levantar los ataúdes, la tarea era bastante difícil para que la realizara una sola persona.
Como ya en otras ocasiones, debió poner cuidado al cargar el féretro sobre el carromato, la madera de la caja mortuoria se hallaba un tanto dañada por la humedad y temía que el cadáver fuese a dar sobre el terreno.
Recordó la madrugada en que ocurrió tal accidente, y debió colocar sobre el piso la lona que siempre llevaba para cubrir el tablado de la carreta, teniendo que palear los restos humanos sobre el lienzo, ya que no podía dejar rastros de su abominable proceder, y tampoco deseaba desenterrar otro cuerpo.

Al igual que en noches anteriores, comenzó el regreso empujando el pesado vehículo.
Escuchó el graznido de un cuervo, e imaginó que tal vez sería el mismo animal que había escuchado la noche anterior, tal vez el mismo que oía todas las madrugadas en que concurría al cementerio.
Pese a la alta temperatura, sintió una especie de escalofrío recorrer su cuerpo.
Conocedor de los mitos y leyendas que rodean a éste tipo de pájaro, pensó que quizás se tratase del mismísimo demonio que lo acechaba en las madrugadas para comprobar si realizaba bien la tarea por él impuesta.
¿Qué otra cosa podía ser más que la intervención del diablo que lo forzaba a profanar las tumbas en pos del alimento para el tío Edward?
¿Acaso no era ese un acto del infierno? ¿O era el mismo Dios que lo estaba poniendo a prueba para comprobar hasta donde era capaz de soportar semejante castigo?
John Sanderson no era una persona asidua a la religión, no era de concurrir a la iglesia los domingos como la mayoría de los habitantes de pueblo, sin embargo, de existir un ser tan bondadoso como el Señor de los cielos, pensó que su penitencia era por demás excesiva, y si de creencias se trataba, cabían dos posibilidades: O Dios lo había abandonado por completo, o el diablo estaba ganando la batalla.

Muchas veces pensó que todo eso debía terminar y acabar de una vez con la miseria del tío Edward, pese a todo, algo dentro de sí no estaba de acuerdo con esa solución. ¿Cómo terminar con la vida del hombre que era hermano de su fallecido padre, y quien lo protegió cuando sus progenitores habían abandonado el mundo de los vivos?
Supuso que la manera más acertada era la que estaba llevando a cabo, seguir con la esperanza de que el tío Edward pudiera mejorar, y así volver a vivir los buenos momentos que pasaban juntos, a pesar de las épocas de escases.

El camino a recorrer desde el cementerio a su vivienda, se le hacía cada vez más largo, y aunque era un hombre lo suficientemente vigoroso como para realizar cualquier labor, algunas veces sentía que las fuerzas lo abandonaban y no lograría cumplir con su propósito.

Un sentimiento de repulsión invadió su mente al momento de ingresar al sótano.
El hombre se encontraba con las manos aferradas a los barrotes de la puerta, sacudiéndola como si deseara arrancarla de sus bisagras. Parecía enfurecido y los ojos se veían inyectados en sangre, de su boca manaba una saliva espesa, espumosa y con tintes rojizos.
Se calmó a medias cuando vio que John hacía su entrada al lugar, y se apartó hacia uno de los costados del recinto, ansioso por recibir su cotidiano sustento.
Si bien era cierto que Edward Sanderson poseía un cuerpo vigoroso, con el correr del tiempo esa fuerza se había multiplicado, y cuando su sobrino dejó el carromato a su alcance, de inmediato quitó la tapa del féretro y extrayendo el cadáver de su interior, comenzó a desmembrarlo como si se tratase de un muñeco de trapo.
Sus ansias de carne humana no tenían límite, devoraba cada una de las partes con cierta desesperación, mientras un enjambre de gusanos se deslizaba de su boca y caía al piso mezclado con fluidos viscosos de tonos entre verdosos y amarillentos.

La humedad que poblaba el lugar, causaba la sensación de que los repugnantes olores se concentraban aún más en el ambiente, y como en otras oportunidades, John debió colocar un pañuelo cubriendo su nariz y su boca, anudándolo a la parte trasera de su cabeza.
Al cabo de algunos minutos abandonó el sótano, comenzaba a sentir náuseas y no tenía deseos de vomitar como lo había hecho tantas veces en noches anteriores.

El calor era por demás insoportable, nubes grises poblaban el firmamento, como presagiando la ansiada lluvia que podía hacer descender la temperatura y traer un poco de alivio a los agobiados habitantes del pueblo.
Trató de distender su cuerpo, aún le faltaba bastante para finalizar el trabajo, y esa parte era una de las peores, no era fácil acarrear agua hasta el sótano y luego barrer toda la inmundicia que el tío Edward había provocado, sin olvidar llenar con agua el cubo que su tío utilizaba para beber.
Muchas veces deseó despertar y comprobar que eso no era nada más que una horrible pesadilla, pero no era así, su martirio era real y al parecer el suplicio no finalizaría jamás, hasta el día de la muerte de alguno de los dos protagonistas de aquella maldición.

Tomó el camino de regreso a la vivienda, después de arrojar los huesos del cadáver cuya carne su tío había consumido poco tiempo atrás.
La descarga eléctrica que iluminó todo en derredor, seguida por un fuerte trueno, marcó el comienzo de una lluvia que comenzó con algunas gotas de agua cayendo esporádicamente, y que al cabo de algunos segundos se convirtió en un verdadero diluvio.
No obstante, como sucede casi por lo general con las tormentas de verano, ésta fue de corta duración y en la mañana siguiente quedaban ligeros rastros de su paso por el lugar.

Sumamente fatigado, sintiendo el pegajoso sudor que chorreaba por todo su cuerpo, ingresó a la casa y se dispuso a transportar agua para llenar la tina.
Esa noche tenía más tiempo y decidió que algunos minutos sumergido en el cristalino líquido, lo ayudaría a relajarse para tener un apropiado descanso, aún así, en cuanto concilió el sueño las pesadillas volvieron a perturbar su mente.

Continúa...

Tanto el nombre de los personajes como la historia aquí narrada son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad, con personas vivas o muertas, es pura coincidencia.



Texto agregado el 19-03-2013, y leído por 282 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
08-10-2013 Wow.... cuesta, pero sigo adelante con esta horrible historia que narras monstruosamente bien nayru
17-08-2013 ¿No habría que ponerlo a dieta al tío Edward? Debe star obeso, digo por la cantidad de tumbas en dos meses. 50 cadáveres en dos meses!! filiberto
21-03-2013 Ay amigo, que cosa tan espeluznante. Dios pobre sobrino, cómo le va a tocar algo tan horrible en la vida. Y tú, ¿por qué narras tan bien que a pesar del escalofrío que todo esto me cuasa te sigo leyendoooooooooooo? Qué imaginación la tuya, pero qué horripilantes escenas. No te abrazo porque estoy asustada. SOFIAMA
19-03-2013 de lso tres capitulos, este es el mas repugnante quizas pero tan atrapante como los que lei... fabiandemaza
19-03-2013 Cada vez más atrapante, formidable redacción de los hechos, felicitaciones =D mis cariños dulce-quimera
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