El hotel estaba situado a las afueras de Bruselas, lo elegí por tranquilo y acogedor, (últimamente mis nervios estaban un poco acelerados) y sobre todo por su buena comunicación, estaba a pocos minutos en metro del centro de la ciudad.
La entrada era grande y lujosa una gruesa alfombra demasiado floreada para mi gusto cubría el amplio espacio que ocupaba la recepción, presidida por un gran mostrador de madera oscura a juego con los grandes butacones de piel marrón, colocados estratégicamente ante los tres grandes ventanales, que iluminaban la estancia cuya luz filtrada por finísimos visillos de seda beige le conferían un ambiente cálido y elegante.
Tras el mostrador una joven de rasgos asiáticos con una sonrisa de oreja a oreja me recibió con un Bien Venu con acento tailandés (que como lo sé? pues lo sé), pensé… ya empezamos bien, pero no me desanime, utilizando las cuatro palabritas que sé en Francés, le pregunté a la joven si hablaba español o algún compañero suyo lo hacía, la respuesta fue ¿? ella desapareció por una pequeña puerta a sus espaldas y a los pocos minutos reapareció acompañada de un joven de estatura...pequeña, cabello liso y oscuro, ojos dos, extremadamente rasgados imposible adivinar el color, boca...permanentemente sonriente, en fin el "prototipico" tailandes.
-Buenos días señola en que puedo selvilla?
Preguntó muy cortésmente haciendo una leve inclinación en señal de respeto.
-Buenos días, tengo reserva para este fin de semana y sacando del bolso el papel que lo justificaba se lo entregué.
Después de realizar varias comprobaciones en su ordenador, con una sonrisa solicitó mi D.N.I. firmé el ingreso, me entrego la llave plastificada y acto seguido dijo – habitación tlescientos tlece, yo acompañal.
Me abrió la puerta haciéndose a un lado para dejarme pasar y al mismo tiempo encendió la luz, en ese momento la cama que ocupaba el centro del dormitorio se iluminó y un bulto que yacía sobre ella saltó como un resorte causándonos una impresión que casi paraliza los corazones de ambos, una voluminosa mujer de raza negra con dos enormes ojos saltones y desorbitados, nos miraba sin parar de balbucear a una velocidad vertiginosa, palabras que yo no entendía, pero mi acompañante sí y le respondía a la misma velocidad en un tono más elevado, ambos salieron como una exhalación y yo me quede atónita en medio del cuarto sin saber qué hacer, a los pocos minutos el regresó esta vez haciendo reverencias directamente, me pidió disculpas en francés, español, y hasta en Tailandés, creo.
Ni que decir tiene que me dieron otra habitación sin coste alguno, una vez instalada era tal mi ansiedad que decidí pedir una tila, llamando a recepción, al otro lado la voz de mi ya conocido “amigo”.
-Allo madame, peldon señola.
- Por favor podrían subirme una tila a la 314.
Mi interlocutor no tenía muy claro lo que es una tila a juzgar por la pregunta que me hizo a continuación.
-Peldon señola tila? que sel tila?
Intenté explicarme, buscando en mi cerebro algo comprensible para alguien que por cultura y tradicion tiene las infusiones de te casi "sacralizadas".
-una infusión, me entiende?
-Si, si señola pelfectamente, en pocos minutos…
-muchas gracias.
Al poco tiempo unos golpes en la puerta anunciaban la llegada de la tila, una camarera portaba en una pequeña bandeja un vaso de leche caliente, despedí a la camarera y volví a llamar a recepción nuevamente mi amigo al otro lado.
-Si, señola?
-habitación 314, perdone he pedido tila y me han traído leche, sabe usted lo que es tila?
- tila? No señola, no sabel, podel explical?
Haber empezado por ahí, me arme de una paciencia que ya empezaba a abandonarme y comencé la explicación:
-Tila…es una infusión relajante para poder dormir…para el reposo, entiende?
-Si, si señola pelfectamente en pocos minutos.
En esto si acertaba a la primera, a los pocos minutos nuevamente los golpes en la puerta, esta vez eran dos camareras cargadas con almohadas de todos los tamaños y grosores… simultáneamente el timbre del teléfono, les hice un gesto para que las depositaran sobre la cama y descolgué el auricular, nuevamente mi asiático amigo.
-Señola, estal todo bien?
-Si perfectamente muchas gracias en pocos minutos.
Los pocos minutos que me hicieron falta para recoger mis cosas y salir del hotel como alma que lleva el diablo.
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