La luna llena brillaba aquella noche sobre aquel fondo azul de terciopelo.
Un raro hombrecillo se posó bajo mi ventana, vendía especias comino, y unas valsa
muy poco corriente llamada Hongo de la verdad, era el último que le quedaba.

Y lo vendía a buen precio según decía aquel hombrecillo de escasa estatura.
Decía que aquel hongo daba suerte, y que traería la fortuna.
No creo en esas cosas, pero hacia mucho tiempo, que no veia
vendedores ambulantes, en aquel lugar.
.
la trova de músicos estudiantil, se pasaba cada noche por debajo
de mi ventana cantando alguna que otra melodía ese día no pasó,
con lo que bajè, para ver si estaban por la zona.
Solia escucharles, y aplaudirles, cosa que agradecian tirandome una flor

Aquel hombrecillo seguía insistiendo con el hongo de la verdad., le dije
si es cierto lo que dices, te lo compro pero antes tengo que probar
hasta que punto es verdad todo lo que dices.
De ese modo el hombrecillo se frotó con el hongo la mano, la mujer.
le pregunto a que era debida su baja estatura,:
HOMBRECILLO;--------------- Soy de una raza màgica
criaturas de la luz somos los " Luzenas"
muy poco conocidas.
Y mi estatura, es solo eventual cambio segun a la fuerza de
mi encantamiento.
Con lo que aquella mujer, le dijo;
MUJER;----------- Esté hongo no funciona, si de verdad eres
màgico como es posible que pueda verte?
LUZENAS;--------- Solo me hago visible las noches de luna llena.
y sólo en luna llena puedo decir la verdad..
La mujer entonces, le compró el hongo, una vez en la mano
se dio la vuelta quería hacerle la última pregunta, pero el Luzenas
desapareció de su vista.
Entonces la mujer empezó a llamarlo,;
MUJER,----------¡¡ Luzenas, espera!!...tengo que hacerte
la última pregunta, dime cual es la parte negativa, de esté hongo.?

A lo que una vocecilla, chirriante y desagradable le contestó, amiga.
Haber empezado, por ahí, en mi mundo el hongo de la verdad.
Es inmune pero en el mundo humano aquel que lo posea.
Estará obligado a decir la verdad, hasta sus últimos días.
Espero que no mueras sola, las anteriores dueñas murieron
sin amigos, sin familia, y en la indigencia, lo cierto es que en el mundo
de los humanos, decir la verdad no es muy aconsejable.

Y una risa, infantil, que iba haciéndose más fuerte y aguda.
hasta transformarse, en grave y ronca, como una lija de limar metal.
Resonaba en el eco de aquella profunda y oscura noche de luna llena