Cada día por más horrible que sea tiene su momento de belleza, hoy me regalaron un espectáculo de fuegos artificiales hermoso, no se a quien lo debo agradecer, pero es cuando se escucha el primer estallido, uno se asoma a la ventana y ahí están, maravilloso, soy una niña otra vez cuando veo esas luces…
Mucho que pensar estos días, ha sido un continuo bombardeo tanto que estoy agotada.
Porque la gente se empeña en aparentar lo que no es, algunas veces me siento como un espectador que va viendo como la cebolla se va desprendiendo de las capas, una a una, y no siempre lo que se descubre es bonito. Será que no se dan cuenta de lo ridículo que resulta? Y… seré también yo una cebolla? Espero que no, porque es horrible que a tu alrededor se rían del ridículo que estás haciendo, porque normalmente la cebolla no se da cuenta que va perdiendo sus capas a su paso, va muy orgullosa por la vida creyendo que convence a todo el mundo con sus dichos, pero con sus hechos los va desmintiendo, y solo queda a su paso el recuerdo de su apestoso olor, y en algunos casos, lamentablemente, hasta las lágrimas.
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